Lo vivieron los periodistas de Le Monde que habían quedado desempleados durante la crisis financiera de su periódico. Comandados por el antiguo subdirector del diario, Edwy Plenel, estudiaron la situación y enfrentaron un primer hecho: los periódicos han perdido credibilidad –y un periódico sin credibilidad se vuelve papel desechable– y había que aceptar las consecuencias: cuando un lector encuentra que las páginas de su diario están atiborradas de propaganda y que, además, la autonomía editorial ha quedado en manos de los anunciantes o del dueño, el periódico solo sirve para entretenerse pero no para informarse.
En estas condiciones, concluyeron aquellos periodistas, un cambio de la estructura financiera era indispensable para recuperar la confianza del lector. Esto suponía publicar un periódico sin publicidad, sin patrocinios, sin apoyo del gobierno o de empresas y depender económicamente solo de los lectores.
Como lo comprobó el New York Times en 2016 cuando el aporte de los lectores fue del 56.4% mientras el de la publicidad fue del 37.3%, un fenómeno que nunca había sucedido. Este proceso siguió hasta que los directores pudieron anunciar que el diario tenía tres millones de suscriptores entre impresos y digitales.
Para lograrlo habían renovado totalmente sus contenidos y la relación con las audiencias era otra.
Los de media part, el diario digital de Plenel y los antiguos redactores de Le Monde, en París, contaron más de 200 mil suscriptores que participaban de las tres ediciones diarias de su periódico digital.
Son dos casos entre muchos que están demostrando que la reinvención de los periódicos es posible y necesaria.
Hacen patente esa necesidad hechos como el despido de periodistas. En menos de un semestre uno de nuestros diarios canceló el contrato de trabajo de 220 periodistas. Historias parecidas están ocurriendo en otros medios que, al parecer, aún no han medido las dimensiones del problema y, sobre todo, que aún no han comprendido la necesidad de reinventarse como condición para sobrevivir.
No se trata de aumentar el espacio para la publicidad, ni de acogerse a la interesada generosidad de una empresa o de personas con recursos, ni de acceder a la deteriorada fórmula de ofrecer contenidos excitantes de entretenimiento. La solución es aún más exigente. Si hay que multiplicar los suscriptores fieles, solo podrá ser con unos contenidos de esos que nadie se los quiere perder y que se conservan como joyas, por su alta calidad y oportunidad. Las fórmulas imperantes en los diarios deben desaparecer sustituidas por una información de calidad, con análisis, interpretación y dentro de formas de contar a la vez claras y atractivas y de novedoso y útil contenido. El modelo fácil y rutinario imperante no le garantiza supervivencia a ningún diario de hoy.
Los ejemplos citados tienen en común la fórmula de revivir los ideales de la profesión y sobre todo la de apostar al servicio de los lectores. Así la crisis se está convirtiendo en una oportunidad para la prensa y para los lectores.
@JaDaRestrepo