Es lógico que las pandemias conviertan en héroe a los médicos, enfermeros y al personal de los servicios de salud. Son la primera línea en la guerra contra enemigos que suelen ser invisibles. Sin embargo, como lo inédito de esta pandemia es que ocurre en tiempos del imperio de lo virtual, entonces entran en escena nuevos personajes que, sin bañarse y en pijama –ese podría ser su vestido de héroe–, creen salvar al mundo desde la comodidad de su casa. La palabra Teletrabajo no se acaba de inventar –hace un tiempo está en los diccionarios–, pero en época de Coronavirus, se recita tanto que ya parece una especie de mantra que amenaza con convertirse en karma.

Por lo menos a mí, no hay nada que me agote tanto como el exceso de reuniones de trabajo. Y a las instituciones públicas en Colombia las carcome hace rato el virus de la reunidera –la palabra no existe, pero me gusta cómo suena: “Una reunidera que les cae”, diría un cartagenero–. Todo se pretende resolver con una reunión de trabajo. En muchas, sino en la mayoría de estas, se bota corriente hasta el infinito, se presumen los conocimientos, se disfrazan las diferencias personales en diferencias conceptuales y de criterios y al final, después de horas, no se llega a ninguna conclusión. Entonces se programa no una, sino varias reuniones para discutir por separado cada uno de los puntos que salieron de esa jornada en la que no se concluyó nada. A lo sumo, todo eso servirá para que los funcionarios por contratos de prestación de servicios –que son la mayoría de quienes laboran en esas instituciones–, llenen los benditos (¿inoficiosos?) informes de trabajo que deben mandar con las cuentas de cobro.

Si esto sucede en condiciones normales y desde lo presencial, imagínense seguir con esa rutina en tiempos de crisis pandémica y de implementación del teletrabajo. Obligar a la gente a tener exceso de reuniones virtuales es todavía más agotador que las típicas reuniones presenciales. Entiendan: no estamos en una situación normal, de modo que el trabajo no puede seguir como si todo estuviera en condiciones óptimas. Que algunos jefes y coordinadores no pretendan convertirse en héroes tratando de hacer desde los virtual lo que no se pudo en otras condiciones, y mucho menos seguir con ese ritmo vertiginoso de reuniones para decidir hasta el cambio de un bombillo.

Hace poco me enteré de que una de las instituciones nacionales ligadas al tema del conflicto, tuvo que sacar una circular para bajarle al tema de las reuniones laborales virtuales porque sus funcionarios, en los pocos días que van de la cuarentena, ya estaban colapsando. Bájenle, que en tiempos de pandemia ya sabemos quiénes son los héroes. Ahora la última moda en redes es subir fotos en función del famoso teletrabajo, de los hijos haciendo tareas virtuales, de la comida, de las mascotas, de la infancia… y sí, por supuesto, ayuda a llevar el encierro, pero “vamo’ a calmarnos”, esto, créanme, puede alargarse, de manera que además de alimentos conviene ahorrar chistes y creatividad virtual.

Posdata: Y dejen esos idiotas retos virtuales de patear un rollo de papel higiénico, raparse la cabeza o cortarse las cejas.

javierortizcass@yahoo.com