Un buen poeta crece con su audiencia; a medida que ésta aumenta, aumenta la estatura del buen poeta.

La semana pasada, estuve cinco días en Bogotá, que fueron suficientes para comprobar el extraordinario crecimiento que ha experimentado Raúl Gómez Jattin (1945-1997), quien es ahora un árbol gigante por cuyo sólido tronco se ven trepar cada vez más jóvenes lectores y cuyas ramas se extienden a los ámbitos de otros idiomas: el inglés, el francés, el italiano, el rumano y el portugués.

Durante esos cinco días bogotanos, participé en las XI Jornadas Universitarias de Poesía Ciudad de Bogotá, organizadas por la revista Ulrika para exaltar “el legado poético de Raúl Gómez Jattin”. Como ustedes lo habrán supuesto ya, el desarrollo y el cumplimiento de este evento, dirigido principalmente –según lo indica su nombre– al público universitario y previsto para llevarse a cabo, por lo tanto, en las instalaciones de algunas de las más importantes universidades capitalinas, se vieron en buena parte afectados por las protestas que a lo largo de esa semana sacudieron la calma de estos espacios y de sus áreas de influencia. “Algo tendrá que ver con todo esto el espíritu rebelde y turbulento de Raúl”, les comentamos algunos jocosamente a los organizadores.

Sin embargo, buscando sedes alternativas y reprogramando algunas actividades (otras, hay que decirlo, tuvieron que cancelarse en definitiva), el certamen poético logró salir avante. De modo que no todas las lágrimas que se derramaron en Bogotá por esos días fueron causadas por los gases lacrimógenos, pues la poesía de Gómez Jattin, que no es ajena a la ternura, tiene también la capacidad de producir, entre otros, ese efecto; ni toda la conmoción que en ciertos momentos perturbó a algunos fue el resultado del estallido de las bombas aturdidoras, pues si hay una poesía con la potencia suficiente para provocar ese estado de ánimo es la del juglar del Valle del Sinú.

Fue satisfactorio para mí encontrarme con uno de los traductores de su obra, el también poeta Stéphane Chaumet, nacido en la épica ciudad de Dunkerque, quien estuvo a cargo de la antología bilingüe en francés y español Ventre de lumière / Vientre de luz, la cual, además de incluir el trabajo de 14 poetas colombianas, ofrece una muestra de los versos de Gómez Jattin, y que fue coeditada por Éditions Espaces Latinos (Lyon) y Ladrones del Tiempo (Bogotá), en 2017. Chaumet me contó que hay una editorial independiente de España interesada también en publicar la obra de Gómez Jattin, con lo cual, que yo sepa, sería el segundo sello que la editaría en ese país, pues en 2006 ya lo hizo Pre-Textos.

En el número monográfico que publicó Ulrika con ocasión de estas Jornadas Universitarias de Poesía, aparecen ocho poemas del cartagenero vertidos al francés por Chaumet, quien, en una nota de presentación, señala que, mientras hacía esa traducción, sintió el “temor” y el “placer” de dejar sus certidumbres al lanzarse en ese “río sin presente” de la lírica traducida. Los ocho poemas pertenecen a los más reconocidos y populares de Gómez Jattin. No resisto la tentación de reproducir la versión de “Si las nubes…”: “Si les nuages n’anticipent pas dans leurs formes l’histoire des hommes / Si les couleurs du fleuve ne figurent pas les desseins du Dieu des Eaux / Si tu ne rapièces pas avec tes mains de lys les commissures de mon âme / Si mes amis ne sont pas une légion d’anges clandestins / Que deviendra-t-il de moi”.

Otra joya que me traje de Bogotá fue un ejemplar de la reedición facsimilar hecha recientemente –y agotada ya– de la ópera prima de Gomez Jattin, Poemas, que fue originalmente publicada en 1980 en dicha ciudad. El volumen me ha permitido comprobar que su obra poética empieza con un verso-poema constituido por una intetextualidad paródica que de alguna manera sintetiza los rasgos (cultura literaria y vitalismo insolente) de todo el gran corpus que habría de integrar después esa obra: “Como yerba fui y no me fumaron”.