Se cumplen dos años desde que se puso en marcha Guajira Azul, un programa de alto impacto con el que se busca cerrar la brecha de acceso al agua potable y saneamiento básico en el departamento, un territorio maravilloso, imponente y ancestral, pero con una histórica dificultad en esta materia.
Desde el punto de vista técnico, pueden ser muchos los indicadores que justifiquen en impacto de Guajira Azul; no obstante, el mejor resultado es poder decir que más de 12.000 personas de la zona rural dispersa de Manaure han accedido a los cerca de 16 millones de litros de agua de calidad que han sido entregados desde su puesta en funcionamiento. Esto significa una transformación radical para una población indígena compuesta en un 57% por niños menores de 14 años, ya que ha tenido una incidencia directa en la nutrición y salud, pero también en la reducción de la propagación de enfermedades gastrointestinales.
El acceso al agua potable para la comunidad Wayuu se ha logrado con la implementación del modelo rural de Pilas Públicas, que incluye los componentes de captación, tratamiento y distribución de agua apta para el consumo humano. Todo esto se ha hecho respetando las tradiciones de las comunidades y también incorporando un mecanismo para su sostenibilidad a través de la operación por medio de la asociación de usuarios.
Precisamente, es el trabajo coordinado entre el gobierno nacional, las autoridades ancestrales y la comunidad, el que ha permitido consolidar la innovación y cohesión social, logrando que estos espacios, además de ser fuentes de agua, sean el escenario para acceder a campañas de vacunación, control de nutrición, cedulación, capacitación en hábitos saludables y encuentro comunitario.
Un factor determinante para el éxito de esta estrategia es que no se trata solamente de entregar una infraestructura inerte, sino que se garantiza la sostenibilidad de un servicio para la comunidad, acercando el Estado a la cosmovisión de la comunidad y trabajando de la mano con las autoridades locales. Prueba de esto han sido las 300 bicicletas que fueron entregadas hace dos años cuando inició Guajira Azul y las 200 adicionales que se entregaron recientemente para contar con un total de 500, que servirán para que las familias que habitan la zona rural dispersa puedan acceder a las pilas públicas y abastecerse.
Con esta política pública nos hemos trazado la meta de ampliar, durante el cuatrienio, la cobertura de agua potable y saneamiento básico del 4% al 70% en zonas rurales, del 90% al 96% en zonas urbanas; aumentar la continuidad del servicio de 9 a 16 horas al día; pasar del 26% al 86% de municipios con agua apta para el consumo humano; y elevar el tratamiento de aguas residuales urbanas del 24% al 68%. Para lograrlo, en el marco de Guajira Azul, las zonas rurales de la Alta y Media Guajira tendrán 22 módulos de Pilas Públicas adicionales a Casa Azul y Wimpeshi en Manaure, las 2 que actualmente operan. Tres de estos 22 módulos se encuentran en construcción (Sararao y Amaripa en zona rural de Maicao y Romonero en Riohacha); próximamente se iniciará el proceso de contratación 7 módulos de pilas públicas de la estrategia de reactivación Compromiso por Colombia; 9 módulos que ya cuentan con concepto técnico favorable y, finalmente, 3 módulos adicionales que se encuentran en estructuración.
Guajira Azul nos invita a seguir soñando con un territorio en que la equidad es una realidad que se construye gota a gota. Un territorio en el que el agua riega la semilla de la vida.
Todo esto lo vamos a lograr con Guajira Azul, porque no importa cuántas intervenciones se hagan desde otros sectores, si no hay agua potable la realidad de La Guajira no va a cambiar.