Se ha discutido ampliamente sobre el impacto de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC) en el mercado laboral, y a menudo se destacan las pérdidas de empleo que la automatización y la digitalización podrían provocar. Sin embargo, este enfoque pasa por alto una realidad más esperanzadora: las TIC no solo están transformando la economía global, sino que también están creando innumerables oportunidades laborales, configurando un panorama lleno de posibilidades.

Las TIC son un motor indiscutible de creación de empleo. Según un informe del Foro Económico Mundial, se estima que para 2025, la transformación digital podría crear 97 millones de nuevos empleos a nivel global, en áreas como la inteligencia artificial, la computación en la nube, y la gestión de datos. Este cambio está impulsando la demanda de profesionales con habilidades específicas, como desarrolladores de software, analistas de datos y expertos en ciberseguridad, roles que son fundamentales en la economía digital.

Por ello cobra mayor relevancia, el fortalecimiento de la conectividad a nivel nacional y la formación de las personas para que tengan las capacidades requeridas para incorporarse laboralmente en el mundo digital. Esto es crucial no solo para la creación de empleo, sino también para el desarrollo económico de las regiones.

Es crucial entender que la verdadera amenaza para el empleo no radica en la tecnología en sí misma, sino en la falta de preparación para adaptarse a estos cambios. Los empleos que están desapareciendo son aquellos que no han evolucionado junto con la tecnología. Por ello, es imperativo que tanto el sector público como el privado trabajen en conjunto para fomentar la educación y la formación en competencias digitales, asegurando que la fuerza laboral esté equipada para los desafíos del siglo XXI.

Sin embargo, para maximizar estas oportunidades, es esencial que el sector público y privado trabajen en conjunto para garantizar que las oportunidades generadas por las TIC sean accesibles para todos, especialmente para aquellos en comunidades marginadas. Programas de capacitación, incentivos para el emprendimiento digital y políticas que fomenten la inversión en infraestructura tecnológica son fundamentales para que las TIC no solo sean vistas como un motor de desarrollo económico, sino también como un catalizador de inclusión social.

Las TIC no son solo un elemento disruptivo; son la clave para un futuro laboral más dinámico, inclusivo y sostenible. Es hora de que dejemos de temer a la tecnología y empecemos a ver las infinitas oportunidades que ofrece. Si logramos aprovechar adecuadamente el potencial de las TIC, no solo estaremos creando nuevos empleos, sino también construyendo una sociedad más equitativa y próspera para todos.

* Secretario TIC del Atlántico