Por muchos años Colombia fue un país con partidos y corrientes políticas de izquierda definidos y abiertos, pero con bloques de derecha vergonzantes. Guerrillas comunistas y grupos paramilitares colonizaron a bala y terror –y hoy siguen colonizando bajo otros nombres– los extremos del espectro ideológico. A partir de 1991 mientras los izquierdistas ganaban votos y elecciones, casi ningún líder en Colombia agitaba las banderas derechistas.
Hasta que llegó Álvaro Uribe en 2002 con sus “tres huevitos”, una amalgama ecléctica de ideas, discursos y apoyos sociales que refundaron la esquina derecha desde el poder presidencial. La llegada de Juan Manuel Santos a la Casa de Nariño empujó al uribismo y una gran porción de sus votantes a la oposición parlamentaria, en las calles y en las redes sociales. Tan peligrosa electoralmente es la asociación con la ‘derecha’ que Uribe bautizó su partido el “Centro Democrático”. No obstante, hoy en Colombia uribismo y derecha se usan como sinónimos y son intercambiables.
El proceso de paz con las Farc galvanizó este bloque opositor alrededor del anticomunismo, la denuncia del populismo y el rechazo a la transición de esta guerrilla comunista al poder político. La narrativa común que hoy une al votante de derecha colombiano es el ‘No’ expresado en el plebiscito de hace un año. Ahí radica tanto su poder como su debilidad. Ese electorado tiene líder (Uribe), discurso (anti-Farc), extensión nacional (Antioquia, centro, oriente y parte del sur del país), pero aún no cuenta con candidato. Los cinco aspirantes al estandarte del Centro Democrático llevan casi un año recorriendo el país, y aún les queda un trecho largo en materia de reconocimiento popular e intención de voto. Solo hasta noviembre próximo se conocerá al elegido.
Y es ahí donde entra Germán Vargas Lleras. El ex vicepresidente de Santos nació en el bloque derechista del liberalismo y ha crecido con su partido, Cambio Radical, bajo las eras uribista y santista. El presidente Santos le dio a su coequipero todo: burocracia, discurso, recursos, fiscal y, lo más clave: permiso para mantener distancia de su política más importante, la paz. Mientras Vargas recoge firmas para contar con un barniz independiente, su bloque parlamentario torpedea el trámite de proyectos clave para el proceso con las Farc, como la Justicia Especial para la Paz.
Germán Vargas va por los votos de la derecha ante la demora de los uribistas en definir su candidato. Aunque muchos le apuesten a una alianza Uribe-Vargas, por ahora es más un pulso por ese atractivo bloque electoral. No son aliados sino competidores por el mismo mercado. Si el Centro Democrático no define pronto una carta competitiva que marque diferencias con Vargas, el jefe de Cambio Radical podría llevarse una tajada de la coalición del ‘No’ lo suficientemente grande para pasar a segunda vuelta. De hoy a mayo viene la batalla por la derecha.
@pachomiranda