A principios de los años 60 Barranquilla vivió una época de miedo con el nacimiento de la llamada ‘Mano Negra’. Los recuerdos están borrosos, pero la historia es real. La ‘Mano Negra’ no era, por supuesto, una organización legítima, ni dependía del Estado de manera oficial. Se trataba de miembros de organizaciones de seguridad nacional que ejercían la justicia por su propia mano. ¡Y qué mano!
Daban bala a ladronzuelos de barrio, mariguaneritos de esquina y a quien cogieran con las manos en la masa, o tuviera antecedentes ciertos o presuntos de malandrín. Todo sin juicio previo y con el gran riesgo de equivocarse y sobre todo de aplicar la pena de muerte en un país en donde no existe tal condena. Actuaban suavemente, sin apretar mucho al principio, pero luego usaban mangueras para golpear a sus rehenes. Después, desataban su locura y así iban apareciendo los cadáveres de ladrones y sospechosos de serlo.
Al principio un sector de la ciudadanía acogió este mecanismo que no es sino una forma de hacer limpieza social con todo el peligro que acarrea aplicar la pena de muerte en un país en donde no está contemplada en los códigos. Después esas ejecuciones extrajudiciales cobraron vidas de inocentes, según el decir de lo que se conformó en leyenda urbana. Entre esas víctimas un estudiante universitario. La suavidad y la locura con la que actuaban se apaciguaron. Y los dos miembros de mayor sonoridad en esa organización quedaron como un referente local.
Hace una semana, y ante la ola de criminalidad que sacude a la ciudad, dos asaltantes murieron a bala mientras intentaban robar en un sitio de comidas en los límites de los barrios Recreo y Santo Domingo. La reacción inmediata de dos hombres que estaban allí sentados evitó el asalto al disparar sobre los atracadores. El video patético de los hombres muertos circuló en las redes y mucha gente aplaudió lo que podría considerarse la reacción de dos héroes anónimos que salvaron un celular, pero arriesgaron la vida de varios clientes del lugar. Los dos caídos en la refriega tenían antecedentes y podría decirse con tremendismo que murieron en su ley. Es posible que caigan más, cierto, pero, ¿a qué costo?
Ahora viene una reflexión para la ciudad. ¿Es esa la fórmula? Se ajustan los delincuentes con estos actos que aunque valerosos de quienes la tomaron, puede ser de alto riesgo en otras ocasiones. El delito hay que combatirlo. La gente en efecto está atemorizada y esa situación tiene antecedentes mayores que la falta de cámaras, agentes o motos. Se trata de un problema de descomposición social grave que viene desde el narcotráfico y se incrementó con la torpe desmovilización de los grupos paramilitares de hace 10 años.
Algo está ocurriendo además de los asaltos a mano armada. La información oficial habla de numerosas víctimas con antecedentes penales. Esto sin contar que este es un Estado de Derecho y esa no es la forma de enfrentar a la delincuencia, no hay que ser suave, pero tampoco loco.
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