La opinión de los economistas parecería diferir. Algunos afirman sin rodeos que, en efecto, la productividad es todo. Paul Krugman, premio Nobel, acuñó por su parte una frase famosa: “La productividad no es todo, pero en el largo plazo es casi todo”. Sutil diferencia que no deja espacio para dudar de que la fórmula secreta de la prosperidad incluye fuertes y sostenidas dosis de ese mágico ingrediente. Krugman agregó que “la capacidad de un país para mejorar su estándar de vida en el tiempo depende casi completamente de su habilidad para incrementar su producción por trabajador”. En ello radica el gran logro económico de los Estados Unidos durante los últimos 150 años.

¿En qué consiste la productividad? Es la proporción entre la cantidad producida y la cantidad de los insumos o factores de producción –principalmente capital y trabajo– utilizados para ello. Se trata de producir más con lo mismo, o lo mismo con menos, o, mejor aún, más con menos. ¿Y cómo se mide? Con buenos datos estadísticos y mucho esfuerzo. Si el producto total crece más que el incremento en los factores de producción, la diferencia está explicada por un aumento en productividad. Es una medición indirecta, considerada una medida del progreso tecnológico, de la innovación en nuevos productos, en nuevas formas de producir viejos productos y en mejores formas de organizarse para hacerlo. La productividad es la esencia de la competitividad.

Según reciente estudio del Consejo Privado de Competitividad, la productividad laboral de Estados Unidos (producción por persona empleada) es 3,4 veces la del promedio para América Latina. Mientras la de Colombia es aún 21% menor que la del promedio latinoamericano. La productividad laboral de Chile duplica la de Colombia, y la de Corea del Sur casi la triplica. Más preocupante aún es la diferencia en las tendencias: la productividad tanto de Estados Unidos como de la OCDE y la de Corea del Sur tienen muchas décadas de crecimiento sostenido; al tiempo que la del promedio de América Latina y la de Colombia crecen a paso desfalleciente. Así, las brechas, en lugar de cerrarse, se amplían.

En Colombia las brechas de productividad se dan también entre el Sistema de Ciudades (SC) conformado por 153 municipios –que incluyen los de 18 aglomeraciones urbanas– y el resto del país. Según el estudio de Fedesarrollo de 2014 sobre el tema, “los centros de esas 18 aglomeraciones tienen en promedio un PIB per cápita 50% por ciento mayor que el de los demás municipios de dicho sistema y casi triplican el de los [mil] municipios que no hacen parte de él”. Encuentra así mismo una alta dispersión en el PIB per cápita entre los municipios que están en el SC. Barranquilla tiene la mitad del PIB per cápita de Bogotá y se encuentra en el puesto 13 de 18, flanqueada por Pereira y Pasto. ¿Qué podemos hacer? y ¿qué estamos haciendo? En la próxima columna.

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