El amor es el sentimiento más antiguo del ser humano y aunque estemos buscando un planeta adonde mudar a quienes hereden la porquería de tierra que estamos dejando, la tecnología haya alcanzado límites insospechados y aún haya gente pensando que el desarrollo y sus avances son más importantes que la calidad de vida de los seres humanos, el amor se siente igual que en los tiempos de las cavernas: miradas que se encuentran y encienden las emociones, mariposas en el estómago, necesidad de estar adosados al cuerpo del otro, despertar de la pasión que abrasa y nos impide ver límites. Sin embargo, hasta en los otros animales del reino terrícola observamos maravillas de cortejo para seducir a una hembra: gorgojeos, volteretas, rugidos, saltos, morisquetas, imitación de sonidos, cambios de color. Entre nosotros, pertenecientes a la familia de los homínidos y definidos como homo sapiens, es donde hemos perdido, casi por completo, la belleza del cortejo y la seducción cuyo marco ambiental era la música. La capacidad desconocida aún de por qué somos capaces de crear música nos hacía espiritualmente elevados, emocionalmente sanos, socialmente empáticos y, desde luego, al ritmo de bellas melodías y letras tiernas llenas de ensoñaciones, comparaciones poéticas y ritmos suaves, los mayores de 18 años conocimos el primer amor, nos dimos el primer beso y porqué no decirlo aprovechábamos el menor chance de estar solos para un rápido repaso de anatomía.

Sin embargo, los adolescentes de hoy desconocen esa maravilla del amor porque desde que son niños, hasta de tres años, ya se restriegan genitales con genitales, imitan los movimientos del coito por delante y por detrás, les golpea el tímpano un bit que imita los latidos del corazón de la madre como se escuchan en su vientre (de ahí su poder) y les desgranan al oído toda clase de obscenidades, con un lenguaje burdo de los bajos fondos donde la mujer es cosificada hasta el infinito imponiéndole la dominación del pene quieran o no quieran y si no lo aceptan “mami, tu no me sirves”. ¿Qué clase de sentimiento hermoso puede nacer de ese asqueroso mundo? El que estamos viviendo: niñas de nueve años embarazadas, infantes de ambos sexos violados, chicas que hacen sexo oral a cualquiera para ser aceptadas sin recibirlo porque, “¡qué asco la vulva húmeda!” Y en eso contribuyen los locutores de las emisoras reguetoneras cuando gritan “hoy es viernes de pelo” y sueltan un disco alusivo y plebe. Por eso la organización de los premios Grammy no consideró como categoría al reguetón, porque no es música, es el monocorde enaltecimiento de la bajeza humana. Ya puede Maluma arrancarse los tatuajes o lanzarse sin paracaídas desde su jet.

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