Afirmaciones del abogado Domingo Malabet, aceptadas por Baena y Vergara en su libro Barranquilla, su pasado y presente, editado por el extinto Banco Dugand en 1922, y, de alguna manera u otra, hoy cuestionadas por los historiadores José Agustín Blanco y Néstor Madrid Malo, indican que lo que hoy conocemos como el barrio Las Flores en Barranquilla hacia parte de Las Sabanitas de Camacho, sitio que hacia mediados de 1620 fue ocupado por los primeros pobladores que dieron origen a la ciudad.
Unos cuantos ranchos de paja y enea, y otros denominados tambos, constituían los sitios de viviendas de pescadores y agricultores al inicio del barrio Las Flores y, como consecuencia de la ejecución de las obras para la construcción de los tajamares de Bocas de Ceniza en 1925, se incrementaron, iniciándose con ello un cambio en la configuración de la población y de su territorio, con la aparición de la Ciénaga Mallorquín.
Lo que hoy es el barrio, y que hasta 1954 era un simple corregimiento –de los pocos que ha tenido Barranquilla– fue también el resultado de una expansión de su territorio hacia lo que son zonas conocidas como Barrio Nuevo y Barrio Amarillo, incrementándose su población con la ubicación en sus alrededores del basurero de la ciudad a finales de la década del 60, el cual, a la postre, terminó rellenando más de 14 hectáreas de la Ciénaga de Mallorquín. Los efectos de este todavía hoy están presentes a pesar de haber sido cerrado a finales de la década del 70, por lo que se podría considerar el daño ambiental más grande y grave que haya ocurrido en Barranquilla.
Pero el encanto del barrio Las Flores, por obra y gracia de estar ubicado al lado del río, no se ha perdido y, a pesar que todo ha actuado en su contra, se ha mantenido como el único sitio que tenía la ciudad para ver el Magdalena. Hoy, gracias al malecón de La Loma, ya son dos.
Las Flores, como barrio desde 1988, está lleno de gente trabajadora, luchadora y decente en su mayoría, a las que les ha tocado por muchos años sobreponerse a todas las fuerzas que han atentado contra su existencia. Mantiene el ambiente de ser un sitio turístico por excelencia, y muchos han sido los proyectos que se han planteado para reconocerle tal calidad, a la que se le debe sumar el hecho de ser la cuna de nuestra ciudad y del puerto.
Tatyana Orozco, como viceministra de Turismo, dejó listo todo el proceso que terminó en el Contrato N° FNT-066 del 19 de marzo del 2014, firmado entre Consultores de Ingeniería UG 21 y Fontur, con el objeto de realizar los estudios y diseños arquitectónicos y de ingeniería para construir un malecón de 361 metros y un embarcadero en el barrio Las Flores en Barranquilla, que ya debieron haber terminado.
Con base en dicho estudio, deberá surgir como propósito de todos y de la ciudad, obtener los recursos que permitan la ejecución de tan necesaria obra para dignificar a un barrio que con creces se lo merece, y con ella sumar al malecón de Peldar y de La Loma los sitios que le permitan a los barranquilleros y a sus visitantes mirar al río Magdalena, no solo como una corriente de agua –la que algunos insisten en ahorrar en vez de aprovechar–, sino como la razón de ser de nuestra existencia y sin el cual la ciudad puerto no existiría.
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