Hombre con hombre. Mujer con mujer. Del mismo modo, en el sentido contrario. Sé que estas palabras que quedaron en la retina de los colombianos como una burla nacional, no fueron dichas por la Señorita Antioquia del 2009 con la intención que hoy quiero darles. Tengo claro que simplemente fue un resultado producto de los nervios que tuvo al escuchar la pregunta machista de si creía que la mujer era el complemento del hombre, y que nada tiene que ver con lo que sucedió esta semana en el mundo. Más sin embargo, funcionan.
Porque es que desde los años ochenta se ha venido luchando fuertemente para poder esparcir precisamente ese mensaje. Sí, el hombre y la mujer son complemento, pero también pueden serlo el hombre con el hombre, y la mujer con la mujer. Del mismo modo, pueden serlo, y en el sentido contrario, también. Mientras sea consensuado, mientras no se violen los derechos del otro, se debe poder amar libremente.
Pero la lucha no ha sido fácil, pues cambiar una forma de pensar milenaria es todo, menos sencillo. Sobre todo, cuando las instituciones religiosas que tanto influyen en las conductas y pensamientos de sus feligreses son quienes más fomentan la discriminación. Porque así es ‘como Dios lo quiere’. Porque así lo dice la Biblia, el Corán y el Torá, entre otros.
Es por esto que las palabras inéditas del Papa Francisco han cobrado tanta importancia, pues que el máximo líder de la Iglesia Católica ‘se haya atrevido’ a decir que los homosexuales tienen derecho a estar en una familia, que no deben ser expulsados ni sentirse miserables, y que se debe encontrar una manera para que puedan estar unidos legalmente de manera civil, va en contravía a la premisa que por siglos se ha tenido sobre la que Dios considera la homosexualidad como una depravación del ser humano. Y eso es histórico.
Y como todo hecho histórico, tuvo reacciones. Por un lado están los indignados, los que creen que el Papa se enloqueció, que es un falso profeta y que está yendo ‘en contra de las escrituras’ escritas por Dios. Que eso no es lo que dice la Biblia. Y que a ella hay que respetarla. Como si olvidaran que la Biblia fue escrita hace dos mil años por seres humanos, y que ahí también se habla sobre apedrear mujeres impuras, que ahí está escrito que fue una mujer la culpable de la mortalidad del hombre, y que en el mal uso del nombre de Dios, se ha derramado mucha sangre.
Y por el otro, están los que creen que no dijo nada. Que aún no se pueden casar por la Iglesia. Que el sacramento del matrimonio todavía es entre un hombre y una mujer exclusivamente. Y que simplemente ‘se estaba lavando las manos’. Como si no tuviera relevancia alguna para un joven que está descubriendo que tiene gustos distintos a los ‘normales’, que Su Santidad le esté dando validez a su forma de amar y, por el contrario, esté invalidando la noción de que es una enfermedad, de que te hace un monstruo y de que te conduce al infierno. Como si no fuese importante que a diferencia de algunos seguidores de Cristo, el Papa se enfoque en la parte de la Biblia que habla de Dios como fuente de amor, y no en la que lo describe como una de perjuicios.
Creo que está claro, como quedó claro desde un principio, que el Sumo Pontífice llegó para tumbar ciertos cimientos que han alejado a tantos del catecismo. Que este es apenas uno de ellos. Y que aunque falte un tramo largo por recorrer, estamos en el camino correcto.
Porque el amor es amor y porque Dios es amor. El Papa lo dice. La Biblia lo dice.