Esta es la época de muchas cosas. Por un lado, es la época en la que la familia se reúne para compartir, es la época en la que los aguinaldos se convierten en una manera de demostrar el cariño y agradecimiento, es la época en la que muchos niños conocen la magia, y es la época en la que los festejos simplemente no cesan. Sin embargo, por otro lado, también se ha convertido en la época en la que para algunos, la tristeza se transforma en algo tan grande que se hace incontrolable.

Según estudios, las festividades de fin de año son las fechas en las que las personas con problemas de salud mental más vulnerables se encuentran, pues indiscutiblemente, son momentos en los que se hace aún más evidente el vacío, dónde salen a flote los complejos, y dónde inclusive, se hace más notorio cuando una familia o pareja es disfuncional.

Los índices de suicidio se disparan, y por ende, así como es una fecha feliz para una gran mayoría, es también una trágica para otras. Y es esto precisamente lo que debemos evitar.

Lo he dicho antes, las redes sociales alteraron esta situación, y cada vez más, valga la redundancia, se hace esto aún más visible. El caso de lo sucedido con la renombrada actriz española Verónica Forqué es un ejemplo de esto, y debe ser para el mundo entero un fuerte llamado de atención.

Verónica, quién había ganado hasta Premios Goya, quién había tenido una exitosa carrera, se quitó la vida luego de haberse retirado del reality de televisión ‘MasterChef España’ por causa de problemas en su salud mental. Y lo peor de todo, es que a pesar de haber tenido la valentía de hablar abiertamente de su situación en el programa, y a pesar de haber alzado su voz y reconocer que estaba pasando por un momento difícil, la gente ‘se la comió viva’ en redes, y no hizo sino burlarse de ella.

‘Le dieron palo’ y ella, que ya se encontraba endeble, no pudo soportarlo. Lo digo sin tapujos, quienes la atacaron con tanta crueldad son parcialmente responsables de la tragedia. Quienes contribuyeron al desenlace, pueden ser considerados ‘asesinos de segundo grado’. Y quienes hoy en día siguen haciendo parte de esas ‘olas de odio’ creyendo que no le están haciendo daño a nadie, tienen que saber que no son necesarios los golpes para herir, y que las palabras, independientemente de que sean escritas detrás de un perfil, duelen. Y no, no todo el mundo tiene el cuero para poder soportarlo.

La muerte de Verónica Forqué demuestra lo que algunos aún no quieren creer: esto de hablar de ‘salud mental’ no es un capricho o una excusa de algunos, y no es ‘una muestra de debilidad’, es una realidad.

Una que lastimosamente, algunos no la ven como tal porque simplemente no les sucede. Y no, no es cuestión de ‘ponerse feliz’, y no, no es cuestión de voluntad.

Ojalá Verónica, como tantos otros que han corrido con su suerte, esté recibiendo la paz que no pudo recibir en esta tierra.

PD: Feliz Navidad para todos queridos lectores, y no se les olvide que detrás de una sonrisa, puede esconderse un alma en pena.