Comienzo esta columna recalcando que soy católica, y que lo sigo siendo en gran parte, gracias al Papa Francisco. Lo admiro por su forma de pensar, por la claridad en sus palabras, por su discurso lleno de amor al prójimo, y por ser ese aire fresco que tanto necesitaba y sigue necesitando esta Iglesia milenaria.

Sin embargo, a pesar de lo que esta generación de ‘cancelación’ está acostumbrado a hacer, es válido estar en desacuerdo con las personas que admiras, y no por ello dejar de admirarlas. Es absolutamente normal tener opiniones diferentes, y seguir creyendo que alguien es increíble. Y eso es precisamente lo que me pasó esta semana, nada más y nada menos que con el Sumo Pontífice.

Recientemente el Papa Francisco dio unas declaraciones que encendieron las redes sociales, pues ‘se metió con los trastos de la Iglesia’ de muchas familias modernas. En resumidas palabras, dijo que las parejas que escogían no tener hijos, o en su defecto tener un solo hijo (sean estos naturales o adoptados), para reemplazarlos por mascotas, eran egoístas. Y entre risas, habló de lo absurdo que era considerar a los animales, hijos, pues todo eso significaba ‘negar la paternidad y la maternidad’, y, por ende, contribuir a la extinción humana.

Creo profundamente que en este tema, y con todo el respeto que se merece, el Papa Francisco está equivocado, y que este pensamiento ya simplemente no va acorde a la realidad de lo que estamos enfrentando hoy en día.

Por un lado, considero que no es egoísta querer tener un solo hijo, ni siquiera considero esto para quienes escogen no tener en lo absoluto, pues si algo ha quedado comprobado es que este mundo está sobre poblado. Los recursos no alcanzan, y el sobre consumo al que está acostumbrado a tener nuestra sociedad, no ayuda a la causa. Además de esto, la vida ‘está muy cara’, la situación de miseria de muchas personas está gravísima, y ese cuento de que ‘los hijos vienen con el pan debajo del brazo’ es una falacia. ¿Acaso no es más egoísta tener hijos para no saber después cómo alimentarlos, educarlos y darles calidad de vida? ¿Acaso no es más egoísta seguir trayendo gente a un mundo que no tiene cómo sostenerlos?

Y por otro lado, burlarse de aquellos que consideran hijos a sus mascotas, e inclusive tildarlos de egoístas, es negar una posibilidad de amar, y desde mis ojos, el ‘amor es amor’ en cualquiera de sus formas y representaciones.

Creo que está equivocado porque el amor no puede ser discriminado ni categorizado. Algo tan puro como el acto de amar simplemente no puede estar ligado al egoísmo. Y no, no importa cuántas patas tenga, lo que importa es el sentimiento.

Quizás solo los que tenemos mascotas entendemos que son miembros de familia como cualquier otro, y que su dolor, nos duele, y que su felicidad, nos tranquiliza. O por lo menos, eso es lo que me pasa a mí con mis cuatro gatos y tres perros (todos adoptados), a los que decidí darles una mejor vida, y a los que desde que llegaron a mi vida, considero como mis ‘bebés’.

Porque el amor es amor, y el amor no es egoísta. Y punto.

PD: No, no soy mamá, y aunque muy probablemente sí decida serlo (al menos de uno), mis hijos perrunos y gatunos siempre harán parte de mi familia, siempre serán importantes para mí, y siempre serán amados como los hijos que no crecen y solo agradecen.