Falta tan solo un mes para comenzar a decidir el futuro de este país, y el voto todavía lo venden a 50 mil. Escribí hace cuatro años una columna parecida, y creo que así como van las cosas, pasará el tiempo, y seguiré haciendo lo mismo. Porque a pesar de todos los avances tecnológicos, a pesar de las interminables peleas en Twitter, a pesar de que cada vez haya más información, los colombianos siguen vendiendo su derecho democrático por unos miserables cincuenta mil pesitos.

Lo más triste de todo es que siento que estas palabras las escribo en vano, pues muy probablemente a ti, mi querido lector, que te informas para generar una opinión, que todavía eres capaz de leer un poco más que 280 caracteres, que te importa el país, y lo que pueda suceder con él, jamás te han ofrecido que ‘vendas el votico’. Porque simplemente ‘no cumples el perfil’.

Sin embargo, sigo escribiendo acerca de esto, porque algo dentro de mí sigue queriendo creer que tal vez servirá para algo. Así sea solo para dejar constancia de que aún tengo esperanza. Así sea para sentir que aporté ‘mi granito de arena’.

Ahora, cabe resaltar que el problema con las elecciones legislativas va mucho más allá de solamente hablar acerca de ‘quienes venden el voto’. (Aunque, sin lugar a dudas, es el centro de la problemática), sino también de quienes no asisten al voto.

Es increíble, pero conozco muchos que votan para elegir presidente, e inclusive salen a votar por alcaldes y gobernadores, pero que jamás lo hacen para elegir congresistas. A pesar de ser personas educadas, a pesar de ir a los mejores colegios y universidades, no lo ven como prioridad, no saben por quién votar, y ‘les da flojera hacerlo’, porque para qué, ‘si todos son iguales’. Y si así piensan los que han tenido el privilegio de acceder a las mejores instituciones educativas, está claro que no llegaremos ‘a ningún Pereira’. Seguiremos dando vueltas sobre el mismo eje, y seguiremos escuchando las mismas quejas de siempre.

Porque la verdad sea dicha es que la única manera de corregir este país es eligiendo mejores congresistas. Congresistas que no extorsionen al poder ejecutivo para lograr cambios que necesite el país, congresistas que no le sigan dando oxígeno a sistemas que no funcionan, solo porque reciben ‘una parte del pastel’, congresistas que asistan a sus trabajas, y no que siempre aparezcan como ausentes, y sobre todo, congresistas que velen por el bien de los colombianos, y no los mismos de siempre que velan por sus propios intereses.

El problema de Colombia nace en el Congreso, y hoy más que nunca, necesitamos representantes que no le vayan a dar ‘vía libre’ al próximo que se monte en la presidencia, solo por conveniencia.

Porque necesitamos congresistas que propongan. Porque necesitamos congresistas que legislen para protegernos. Porque necesitamos congresistas que no dejen que el próximo que se suba, se quede ahí para siempre.

PD: Voten por el que crean, pero voten. Porque el que no vota, no tiene derecho a quejarse.