Hace un tiempo decidí que aunque mis cinco sentidos me digan lo contrario, no me voy a seguir pre-ocupando por lo que todavía no ha pasado, y voy a intentar seguir disfrutando de las pequeñas grandes cosas de la vida, sin pensar en este futuro tan incierto que se nos aproxima, y que a tantos nos llena de preguntas, mucho más que de respuestas.

Así que mientras el dólar sigue subiendo, y los políticos de siempre nos siguen decepcionando, mientras las estrategias que se venían cocinando desde hace meses se hacen visibles, y a la oposición se le intenta hacer cada vez más invisible, y mientras las tormentas que se avecinan se siguen acercando, dejándonos a muchos con la única esperanza de que quizás las cosas no sean ‘tan malas como parecen que van a ser’, yo hoy me levanto a celebrar. A celebrar que seguimos vivos, que el amor sigue vivo, y que así llegue nuestra moneda a estar profundamente debilitada, hay cosas que nunca nadie nos podrá asfixiar, y es esa capacidad que ningún mortal tiene para borrar los recuerdos de los buenos momentos vividos.

Y hoy es precisamente un buen día para cosechar dichos recuerdos, pues en este sábado dieciséis de julio del dos mil veintidos, fecha importante en la que los católicos celebramos a Nuestra Señora Virgen del Carmen, y por ende, en la que en los pueblos de Colombia desde ya se pueden sentir las procesiones, los jolgorios, los fuegos artificiales y la algarabía, se casa además una reina. Una querida y admirada reina del Carnaval de Barranquilla.

Esta noche, la otra hermana que me regaló a mí el que está allá arriba, y la mujer que en el 2020, justo antes de que el mundo cerrara sus puertas, logró conquistar el corazón de todos los carnavaleros de este pequeño rincón de la tierra, Isabella Chams Vega, le dirá sí a la promesa de un amor para toda la vida, y dará un paso importante en su camino que a partir de ahora, será uno compartido.

Días como éstos hacen que uno crea que todo es posible, porque amores tan puros, tan maduros, y tan comprometidos, como el que Isabella y su futuro esposo Ricardo han construido a lo largo de un poco más de dos años, no se ven todos los días. Y no, esto no es ‘lambonería inteligente’, esto es la certeza de lo que se puede ver ante los ojos de quienes los tengan de frente.

Y es que vivimos en un mundo en el que cada vez hay más desapego ante lo espiritual, en el que cada vez creemos menos en eso de poder llegar a ‘amarnos y respetarnos hasta que la muerte nos separe’, y en el que cada vez creemos más que todo lo que no sea placentero, entonces simplemente no vale la pena, y por eso, hoy me siento dichosa de poder celebrar, el hecho de haber sido escogida para ser testigo de uno de esos amores tan fuertes, que se comprometen a decidirse cada mañana ante Dios, a pesar de todo lo que pueda pasar.

Esta noche se olvidan los problemas, esta noche se festeja la certeza, esta noche reina el amor.