El que nada contra la corriente corre el riesgo de morir ahogado. Esta es una frase que creo que todos hemos escuchado alguna vez en la vida, y es sin lugar a dudas una muy sabia. Todo aquel que quiere hacer su santa voluntad, a pesar de recibir constantemente consejos y críticas con argumentos que demuestran que ‘por ahí no es’, está caminando sobre una peligrosa cuerda floja que lo puede llevar al abismo.

Sin embargo, ¿qué pasa cuando quién no quiere escuchar a nadie es el líder electo de una nación? ¿Qué pasa cuando las palabras tienen el poder suficiente de generar consecuencias inmediatas? ¿Qué pasa cuando las acciones tienen tanta fuerza como para generar incontables reacciones en el día a día de todos sus habitantes? Pues que sencillamente no es solo él quién se está arriesgando a dirigirse hacia un futuro nefasto, sino que todos, absolutamente todos, terminaremos sin querer queriendo, montados en el mismo barco que apunta a hundirse.

Recientemente en Brasil se llevaron a cabo las elecciones presidenciales, y fue elegido nuevamente como presidente, el candidato del ‘Partido de los Trabajadores’, Lula Da Silva, una de las voces más fuertes de la izquierda latinoamericana. Y como era de esperarse, el Presidente Gustavo Petro celebró la noticia a través de Twitter, puesto que con esta decisión, un nuevo país ‘vuelve y cae’ en esta línea política que ya abarca casi todo el continente latinoamericano.

Es por esto que el hecho de que Da Silva haya dicho públicamente que es irreal pensar en este momento en suspender las exploraciones de petróleo y de gas, y que, por ende, hacerlo puede tener consecuencias nocivas para dicha nación, es tan importante. Aunque dejó claro que el Presidente Petro puede hacer lo que considere, sí recalcó que como dirigente electo de Brasil no lo haría de ninguna manera. Esto solo generaría una devaluación profunda en la moneda, un golpe a la economía, y una dependencia política hacia otros países que resulta bastante peligroso.

No tiene sentido que al día de hoy no haya renunciado la Ministra de Minas y Energías, Irene Vélez, y que el gobierno nacional en manos del líder de la ‘Colombia Humana’, siga ‘echándole leña al fuego’ al no pronunciarse ante la opinión pública de manera tajante y asertiva sobre este tema. Sobre todo porque con cada declaración de la ministra, y con tanta inestabilidad frente a muchas cosas, el dólar está cada vez más por las nubes.

Y no, nuevamente recalco que para nadie es un secreto que esto de culpar en su totalidad a un efecto de lo que está sucediendo con la recesión tanto en Estados Unidos como en otras partes del mundo, es un absurdo. Pues, si fuera por eso, Brasil no estuviera en este momento gozando de tener una moneda más o menos sólida. Cada palabra desacertada del gobierno de Petro afecta al dólar y por eso, tan solo tres meses después de ser posesionado, ya se rompió la barrera de los cinco mil pesos colombianos, y no se sabe hasta dónde podemos llegar.

Estamos más pobres que nunca, y con una reforma tributaria que hasta a los alimentos básicos va a afectar (curiosamente, una de las medidas más fuertes por las que se tomaron las calles, y hasta incendiaron ciudades, hace tan solo un año y medio, muchos colombianos que hoy olvidaron como por arte de magia su indignación), tengo mucho miedo por lo que vaya a pasar con nuestra patria.

Porque estamos nadando contra corrientes fuertes, y todo indica, que necesitaremos mucha suerte para salir vivos de ellas.