Vivimos en un mundo en el que casi todos repiten, pero pocos se informan y pocos investigan. Nos encanta ‘retwittear’ lo que suena escandaloso y formar opiniones basadas en las de otros. No podemos ver que algo local esté teniendo éxito, sin que automáticamente empecemos a buscarle el ‘pero’, pues tenemos incrustado en la psiquis que nada 100% colombiano puede realmente ser así de bueno.
Es por esto que a muchos les cuesta creer que a Rappi le esté yendo tan bien. Les cuesta creer que sean tres jóvenes colombianos los que crearon una aplicación que literalmente está cambiando de muchas formas la manera cómo consumimos y está ayudando a mejorarle la calidad de vida a quien la utiliza.
No tengo nada en contra de los sindicatos y todos los gremios de esta nación tienen derecho a exigir. Sin embargo, para hacerlo primero hay que saber qué es lo que realmente hace Rappi y por qué su forma de generar ingresos para terceros se diferencia enormemente de otras empresas. Rappi es una aplicación que conecta a un grupo de personas que tienen tiempo libre y desean generar ingresos extra, con otro grupo de personas que están dispuestos a pagar por un servicio que les permita tener más tiempo libre para disfrutarlo en otras actividades. Los ‘rappitenderos’, nombre con el cual se les llama a aquellos que prestan el servicio, son usuarios que pueden conectarse y desconectarse cuando quieran, no tienen jefe, no tienen horarios, no están ‘amarrados’ a nada y, sobretodo, no les exigen ningún tipo de exclusividad con la marca. Puedes ser mensajero y ser ‘rappitendero’, puedes ser estudiante y ser ‘rappitendero’ y puedes estar desempleado, como tantos en esta nación, y obtener ingresos siendo ‘rappitendero’.
Y, lo mejor de todo, es que no le están quitando el trabajo a nadie y no necesitan más que una bicicleta y un teléfono inteligente para poder hacer plata. Para mí, Rappi se ha convertido en una solución para muchos. En primer lugar, para quienes al igual que yo, lo consideran su mano derecha para hacer por uno todo lo que se necesite. En segundo lugar, para los comercios y restaurantes inscritos en la aplicación que gracias a ella no solo se han dado a conocer y han aumentado sus ventas, sino que han logrado expandirse sin tener que abrir otros puntos. Y en tercer lugar, para los más de 20 mil ‘rappitenderos’ latinoamericanos que hoy están inscritos en la plataforma y que han visto en Rappi una solución para mejorar sus ingresos.
Matemáticamente hablando, si a todos estos últimos usuarios se les pagaran prestaciones, a pesar de que cuentan con unas libertades que no tienen los empleos formales, el modelo de esta empresa no sería sostenible, haciendo que estos usuarios, se quedaran sin la posibilidad de ser ‘rappitenderos’, al igual que los comercios se quedarían sin crecer lo que están creciendo y, por ende, dejarían de crear el empleo que el éxito genera.
Así que en vez de indignarnos, más bien aplaudamos a estos colombianos que poco a poco están ayudando a convertir a Colombia en el referente digital de Latinoamérica.
Porque la economía naranja funciona y Rappi es la prueba de ello.