Probablemente jamás leerá esto, probablemente no tendrá tiempo, probablemente con tantas columnas, trinos, blogs y análisis que deben llegarle, esta quedará en el absoluto olvido, pero, aún así, he decidido escribirla. Porque como dicen las abuelas: ‘la peor diligencia es la que no se hace’.

Yo voté por usted en la segunda vuelta presidencial. Voté a pesar de no ser uribista, voté a pesar de que el líder de su partido me tenía (tiene) bloqueada de Twitter, y voté a pesar de ser bastante liberal para temas polémicos como el matrimonio igualitario y el aborto. La verdad sea dicha, yo voté por usted, porque tenía tres opciones y debía escoger una. O votaba en blanco (cosa que, en mi opinión, en este país no sirve para nada), o votaba por el líder de la extrema izquierda (cuyo discurso incendiario, su polarización, su mal manejo como alcalde de Bogotá y sus nexos todavía vigentes con el tirano de Maduro, me dejaban mucho que desear), o votaba por el que se había desempeñado bien en sus puestos de trabajo, con cara de buena gente, pero que le iba a deber todo al líder de la extrema derecha de esta nación.

Al final, me decidí por usted. Sin pasión, sin hacerle campaña, sin estar convencida, pero guardando la esperanza de que, el Iván Duque de ideales menos extremistas, iba a salir eventualmente a flote. Con Petro sabía que no había espacio para la conciliación (como lo ha demostrado numerosas veces), y tenía el temor de que una vez en el poder, hiciera todo lo que estuviera a su alcance para evitar perderlo, mientras con usted al menos guardaba la esperanza de que entendiera que es imposible gobernar con un país dividido, y tenía la certeza (aún la tengo), de que al cabo de cuatro años, se iba a despedir del mando.

Es por esto que hoy me atrevo a hablarle como su electora, como la que votó por usted y no por Uribe, como la que tal vez, al no sentir pasión, ve las cosas con más racionalidad, para decirle que está a tiempo de cambiar su papel en la historia de este país. Esta no es la Colombia de hace doce años, esta no es la Colombia que dejó su líder, esta no es la Colombia de antes. Y es hora de que lo sepa.

En este mundo de redes sociales y de tanta información, y desinformación, lo que importa no es solo lo que haga, sino cómo sea percibido. Y usted hoy, es percibido como una persona desconectada con la realidad. Es por eso que en mi humilde opinión, le aconsejo que escuche a su pueblo. Cambie su gabinete y rodéese de personas que le puedan dar una verdadera noción de lo que le está pidiendo su gente. Desautorice públicamente a funcionarios de su partido que no le hacen más que daño en cada publicación que hacen. Hágase sentir más cercano, más humano, más empático. Encuentre su propia voz, cueste lo que cueste y duélale a quien le duela.

Porque de nada sirve seguir ‘echándole la culpa al pasado’, ni llorar sobre mojado. Porque solo se salva una empresa en crisis si algo cambia profundamente. Porque esta fue la Colombia que le tocó gobernar, y necesitamos que la gobierne.

Porque hay quienes aún creemos en Iván. El Duque que no tiene dueño.