La lista de propósitos para el año nuevo se convierte en una suma de obligaciones ridículas, impuestas por una sociedad que cada vez más borra la individualidad. Así, es común encontrar en el listado un sin fin de vacuidades que nada tienen que ver con los verdaderos deseos.

Las aspiraciones escritas en esas listas quedan en el vacío. Año tras año se repiten las mismas metas. Algunas veces se consiguen, otras no. El problema no es fracasar ni frustrase por no alcanzar el supuesto objetivo, tampoco insistir en los mismos anhelos, es perderse en la colectividad; volverse un producto del mercadeo, cumplir propósitos ajenos, aparentar. Tal vez esos sueños reiterativos son genuinos. Tal vez no. Ahora, la reflexión individual es necesaria. Preguntarte: ¿quién eres? ¿Qué quieres —tú— en realidad?

Algunos adelgazan para sentirse saludables. Otros, porque es lo socialmente aceptado. En la Belle Époque, el corsé fue tema de debate. La mujer era percibida como un ser frágil, casi inmóvil. En ocasiones, hasta se desmayaban por culpa de la indumentaria y las exigencias en cuanto al peso. El corsé más apretado era tendencia y uno de los principales propósitos. No importaba el dolor, un dolor que aparecía por el simple hecho de vestir según los requerimientos de la época. En pleno 2020, aunque sentimos que somos libres, regresamos a esas cárceles pasadas. Nos llenamos de discursos triviales y justificamos el nuevo corsé que nos aprisiona. Todos quieren ser fit. Es la tendencia de moda. Por cierto, una tendencia positiva y vital. Podría ser el inicio de una vida saludable y equilibrada. Sin embargo, es momento de ser honestos: no todas las personas lo hacen por esa razón, sino por esta sociedad que da más valor a lo superficial. Ser delgado se ha hecho sinónimo de belleza, de acuerdo a unos cánones estéticos que persisten por la publicidad ¿Acaso los cuerpos no son diferentes y únicos?

También aparecen pensamientos retrógrados. Aquellas imposiciones en donde casarse a determinada edad y tener hijos es un deber, mas no una decisión consciente e independiente. Muchos se casan para cumplir con el requisito, así que nos enfrentamos al festival del divorcio y la depresión. ¿Qué pasaría si en mi lista de deseos pido no tener hijos? Automáticamente soy un ser despreciable e insensato. Como si llenarse de hijos, hoy en día, no fuera una irresponsabilidad.

Pasa lo mismo a la hora de escoger una profesión o de emprender el camino laboral. Lo indicado es tener un empleo de lunes a viernes, de ocho de la mañana a seis de la tarde. Ganar cierta suma de dinero, comprar objetos innecesarios. Quien sale de ese círculo vicioso es señalado o mal visto. Por otro lado, huir de la monotonía y viajar todo el año es el sueño millennial por excelencia. Esos millennials que tanto “pelearon” por su individualidad y terminaron convertidos en una fotocopia colectiva.

Seguir las imposiciones sociales no es un error, siempre y cuando se logre la coherencia con uno mismo. No olvidarse del individuo. Tratar de defender la autenticidad, así los otros señalen. Tal vez, ahí está el truco para cumplir la “lista de propósitos inanes”: empezar a quererlos de verdad, no para mostrarse ante a los demás.

@MariaMatusV – maria.matus.v0@gmail.com