Este fin de semana se celebran diferentes carnavales alrededor del mundo. En Colombia se festeja el Carnaval de Barranquilla, uno de los más coloridos y diversos. Los disfraces son tema de discusión por estos días. El ingenio de los carnavaleros sobresale en la festividad. La sátira, los mitos, la historia y la cultura se encuentran para relatar el panorama actual y recordar el pasado. Se liberan las tensiones, se olvidan los problemas. Es la excusa perfecta para ponerse una máscara, para perderse en los rincones dionisiacos que tanto tememos en la cotidianidad.

Vivimos en un presente que nos deja disfrazar con frecuencia. No sólo tenemos que esperar carnavales o Halloween para dejar de ser nosotros mismos y sentirnos “libres”. En la actualidad, es fácil usar máscaras en el día a día. Twitter es una red social que lo refleja de manera evidente. Puedes ser quien quieras sin necesidad de mostrar el rostro ni revelar tu verdadera identidad. Te da el aval de tener múltiples personalidades. De atacar a los demás sin ser juzgado. De jugar al intelectual, al poeta, al psicópata, al animalista o al indiferente.

Esta semana se volvió viral una imagen del actor Adam Driver en su más reciente participación en Saturday Night Live. Su personaje en el sketch es un director que posa de intelectual. Tiene gafas grandes, el pelo largo, un saco cuello tortuga negro muy al estilo beatnik. La foto se convirtió en meme de inmediato. Los cibernautas se emocionaron con el pseudointelectual. Los comentarios eran graciosos. Aunque el chiste parecía apelar a un sector específico de la sociedad, resultó que muchos otros —que nada tienen que ver con el entorno académico o artístico— se montaron en el mismo bus. La imagen hizo que se identificara una mayoría sorpresiva.

El meme de Adam Driver es un disfraz común. Sobre todo en redes como Twitter y Facebook; también en la vida real, pero en estos espacios es más notorio. Todos piensan que su opinión es trascendental. Escribir cualquier tontería termina en tendencia. El contenido no importa, lo primordial son likes y retuits. Así que un amplio número de usuarios cae en la pose intelectual barata. No es necesario ser sociólogo o literato, en las redes es sencillo volverse el meme de Driver.

Fingir que dominas ciertos temas, buscar un seudónimo para no sentirte expuesto, usar máscaras todo el año, es la gran receta de este tipo de redes. Dionisio hace de las suyas. No se apodera de los cuerpos danzantes, pero sí de los dedos frenéticos atrás del teclado. Opinar sin límites y creerse superior es tan intenso como bailar en una fiesta carnestoléndica. El punto es que no hay límites, lo inofensivo se puede transformar en peligroso en un instante. Disfrazarse en redes es simple, salir de ahí es complicado.

El Carnaval de Barranquilla embruja a sus visitantes y los lleva a disfrutar una fiesta de alegría, música y danza, mientras que los Adam Driver del espacio virtual dicen bobadas e insensateces que consideran extraordinarias. En estos momentos, varios están disfrazados en mundos paralelos: uno virtual y el otro real.

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