Sobrevivimos a un país violento. A un país al que le borraron la identidad y continúan haciéndolo. Un país sin memoria y con una historia coja. Una clase política tradicional, corrupta y elitista ha gobernado desde siempre. No es una opinión, es la triste realidad. Por eso tomar postura es tan importante, sobre todo en esta contemporaneidad vacía y mezquina. No es un tema de extremos ni de caudillos. Es esa Colombia olvidada que a gritos pide un cambio, que en mayo de 2018 votó con la ilusión de un futuro diferente. La justicia social, la vida, la paz, el medioambiente, la construcción de memoria y verdad no pueden darse el lujo de esperar más, de no tomar postura. Llevan más de doscientos años masacrando, explotando y negando a esa Colombia que está en el campo, en la selva, en la omisión. ¿No les parece que ya fue suficiente? ¿Que el cambio debe ser inminente? ¿Que llegó el momento de arriesgarnos y elegir un camino distinto?

Las fuerzas alternativas son fundamentales para la construcción de un país más digno para todos. Se acercan las elecciones regionales. Tratar de encontrar, consensos a pesar de las diferencias, será decisivo para el futuro de todos los colombianos. Aquí el tema no es apoyar a un líder o no, votar a favor o en contra. Es comprender el contexto en el que estamos y ponernos en los zapatos del otro.

Han matado a ocho líderes sociales en las primeras dos semanas del año. En lo últimos tres años van más de cuatrocientos asesinatos. Las cifras son alarmantes y las razones del horror incomprensibles: preservar la identidad de los pueblos, la tierra, el agua, la educación, la salud. En fin, luchar por los derechos fundamentales de las comunidades, por la vida y por la paz se convierte en la pena de muerte de un grupo de líderes que le dan voz a los olvidados por el Estado. Los despojadores de tierras, los explotadores de la naturaleza, los poderosos, los asesinos: llevan décadas haciendo con el país lo que quieren. No respetan a las comunidades ni su derecho al territorio. No les importa la vida ni mucho menos quieren que se cuente la verdad. Manipulan la historia y son expertos en legitimar las injusticias. Colombia no está bien, hace mucho no lo está, por no escribir que nunca lo ha estado.

Es urgente que las fuerzas alternativas se sienten a dialogar, que los seguidores de los diferentes movimientos, partidos y causas también encuentren puntos en común. Las elecciones regionales pueden convertirse en un pincelazo de esperanza; ser el inicio del cambio.

Los derechos humanos, la vida y la paz siguen en juego. Nuestra responsabilidad social y democrática no puede tambalear. Tratemos de ser menos indolentes y más receptivos. A la política corrupta y asesina le encanta dividir y adormecer a una sociedad acostumbrada a la barbarie.

En un país tan macabro es necesario tomar postura. Ser el opuesto ante lo inaudito. Polarizar frente a la injusticia social, la violencia y el horror. Esto no es de extremos, es un acto de humanidad.

@MariaMatusV
maria.matus.V0@gmail.com