El candidato presidencial por el Partido Demócrata de Estados Unidos, Joe Biden, dijo recientemente : “Cuando Donald Trump piensa en cambio climático, la única palabra que puede utilizar es farsa. Cuando yo pienso en cambio climático, la palabra que se me viene a la mente es ‘empleos’”. Por fortuna, Biden tiene claro cuáles son las amenazas del calentamiento global.

El tema es complicado. Algunas personas creen que no existe, otros piensan que es fin del mundo, otros como yo, que soy optimista, creemos que lo podemos salvar. Yo le enseño a mi hijo de cuatro años a reciclar y a cuidar mucho el planeta. Porque en realidad, la Madre Tierra nos da todo: vida, energía, alimentos y mucho más. Debemos cuidarla intensamente y respetarla. Sin embargo, para muchos es un asunto lejano a sus preocupaciones diarias, ya que piensan que no les va a afectar. Es algo que se dará en el futuro, que las ciudades se acabarán dentro de muchos años.

Pero las estimaciones dicen que antes del final del presente siglo 300 millones de personas sufrirán, porque viven en ciudades costeras, que serán las más golpeadas por la subida del nivel de los mares. Se entiende que la gran mayoría está pensando más en cómo alimentar a sus hijos, cómo pagar vivienda, salud, educación. En cómo sobrevivir. No se puede esperar que cambien tan pronto de actitud con respecto al medio ambiente. Es una tarea dura y difícil. Sobre todo ahora cuando el COVID-19 y el desastre económico que está causando la pandemia nos agobian. No hay tiempo ahora para pensar en el planeta.

Colombia es un país que depende en un setenta por ciento de la energía de los ríos. Como me dijo el ex viceministro de Medio Ambiente Abba Vieira: “Un país con tanta abundancia de agua tiene muchas oportunidades. Para disminuir la vulnerabilidad del sistema eléctrico podríamos sustituir la generación de energía con combustibles fósiles, por energía solar eólica. Y, al tiempo, se crearían muchos empleos”.

Creo que podríamos dar con una solución buena para ambos frentes : el planeta y el desempleo. Por ejemplo, con la recuperación de bosques se generarían ya muchos puestos de trabajo en el campo. La energía renovable, o solar, requiere también de muchos ingenieros y técnicos. Empresas de reciclaje como NomoWaste, con base en Bogotá, le dan trabajo digno al reciclador. Con solo abordar estos retos se podría reactivar un sector importante de la economía del país y ayudarle al planeta.

¿Podríamos implementar más rápido este tipo de soluciones en Colombia? Estoy segura de que sí. Aunque son soluciones muy nuevas, con tecnologías más modernas, se pueden fomentar en gran escala, porque se trata de una prioridad mundial. Para el gobierno es muy difícil abordar estas salidas a corto plazo, pues mantiene políticas productivas muy tradicionales, además de que está enfrentando la crisis de la pandemia. Pero no tenemos mucho tiempo por delante para hacer avances efectivos que nos garanticen un desarrollo sostenible en lo ambiental y un aumento del empleo en lo social.