En Colombia la inclusión educativa dejó de ser un tema de interés exclusivo para el sector educativo para convertirse en un tema central y estructural para todas las instituciones.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que las personas con discapacidad están expuestas a la estigmatización, la discriminación, la exclusión de la educación y el empleo, así como a barreras para el ingreso al sistema de salud.
En Colombia, de los casi 10 millones de estudiantes matriculados en el sector oficial y no oficial, según las cifras del Ministerio de Educación Nacional a corte de octubre 2022, al menos 194.607 estudiantes tienen algún tipo de discapacidad.
Es por ello que, los esfuerzos gubernamentales, institucionales e interinstitucionales para hacer realidad la inclusión educativa plena, pasan además del desarrollo de capacidades, a una profunda renovación de la cultura escolar.
Según cifras del año 2020 del Departamento Administrativo Nacional de Estadística, tan solo el 44,68% de mujeres con discapacidad, y 44,03% de hombres con discapacidad, consigue el nivel de primaria; para el restante de los niveles de educación secundaria y superior, las cifras son muy bajas en relación con la totalidad de población.
El pasado mes de septiembre se realizó la Cumbre sobre Transformación de la Educación, convocada por el secretario general de la ONU António Guterres en respuesta a la crisis educativa como consecuencia del cierre de escuelas más prolongado de la historia reciente. Uno de los 5 puntos de la hoja de ruta trazada sobre el futuro de la educación fue justamente la inclusión de las poblaciones tradicionalmente excluidas.
Hablar de inclusión no solo se refiere a mejorar el acceso a oportunidades de poblaciones que históricamente han sido segregadas; se debe apuntar a la modernización del sector, a rodear a las instituciones para hacer realidad la política educativa y a transformar los imaginarios errados sobre la misma.
La agenda que se está gestando señala las responsabilidades de quienes se ocupan de la educación: madres, padres, cuidadores, maestros, Secretarías de Educación, empresas privadas, y de manera fundamental ratifica la importancia de la articulación con el sector salud.
Desde la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) y en el marco de la alianza permanente con el Ministerio de Educacional en 2022 desarrollamos una propuesta de formación integral para integrar dos temas fundamentales después de pandemia: las capacidades socioemocionales y la inclusión educativa, a través de la estrategia Emociones Conexión Vital. En esta se cubrieron más de 967 establecimientos educativos y en los cuales se trabajó en el fortalecimiento de capacidades a más de 5800 maestros de 27 entidades territoriales en la ruralidad y ruralidad dispersa.
Hoy podemos decir que la estrategia fue bien recibida por las comunidades y que estas acciones solo contribuyen al inicio de un largo camino por recorrer.
Podemos afirmar que la ruta está trazada, que ya hay retos identificados como lo son el fortalecimiento de los escenarios de formación con maestros para incidir las prácticas que se desarrollan en el aula, la necesidad de que tenga mayor protagonismo la inclusión educativa en Proyectos Educativos Comunitarios (PEC) y la apropiación de esta nueva política en inclusión.
Además de afianzar a las familias y redes de familias, que sin duda tienen un aporte fundamental, aún más importante es que desde nuestro quehacer diario podamos transformar el lenguaje, hablar con mayor propiedad y participar en escenarios de decisión sobre la inclusión educativa.
La OEI ratifica el compromiso como organismo de cooperación con Colombia y sus instituciones para hacer realidad todos estos esfuerzos, porque a pesar de todas las dificultades la educación, continúa siendo una gran fuente de esperanza.
Como lo decía Nelson Mandela, "la educación es el gran motor del desarrollo personal. Es el arma más poderosa para cambiar el mundo".
*Directora Oficina Colombia OEI