El ambiente de pandemia a veces se describe con un lenguaje similar al de la guerra, haciendo referencia a ese enemigo peligroso e invisible que es el virus. En ese escenario observo que los soldados enlistados para la ofensiva son los trabajadores.
Por supuesto que la situación también es muy difícil para las empresas que no perciben ingresos, pero como explicaré más adelante han visto una luz en las decisiones del gobierno como la reducción del aporte pensional.
El ejército de trabajadores está conformado por 22 millones de personas, de las cuales, unas 10 millones ejercen sus labores de manera informal dependiendo de las ventas que realicen para conseguir los servicios básicos. El resto son los empleados formales, a quienes se les autorizó el retiro de las cesantías y el disfrute anticipado de vacaciones. La principal estrategia del gobierno es socorrer a las empresas para que, por esta vía, conserven los puestos de trabajo. Por esto anunció que asumiría el 40% de un salario mínimo a todos los trabajadores de las empresas cuando estas demuestren una disminución en su facturación por lo menos del 20%.
Por su parte, los empleadores han acudido a fórmulas para adelgazar sus nóminas que van, desde solicitar al trabajador que pida una licencia y exonerarse del pago salarial, hasta reducir la jornada de trabajo para disminuir el salario. Esto no ha sido suficiente, las empresas solicitan terminar los contratos de trabajo sin justa causa pagando la indemnización de ley. Así ha sido hasta ahora, y las controversias que se presentaban era por tratarse de despidos a personas enfermas, en embarazo o líderes sindicales a quienes un juez podía reintegrar para proteger sus derechos fundamentales. El temor actual es que la pandemia se entienda como una estabilidad reforzada para el trabajador, como lo indicó un juez de Cartagena al proferir un fallo en el confinamiento.
Los empleadores también pretenden suspender los contratos de trabajo, es decir, dejar de pagar los salarios a los trabajadores por considerar que la pandemia generada por el COVID-19 es una causal de fuerza mayor. En otro caso, esta vez decidido por un juez en Barrancabermeja, se avaló la decisión del empresario que suspendió los contratos de 67 trabajadores por considerar que no existió un perjuicio grave para ellos.
Ahora que, llegó la quincena, se escucha la necesidad de hacer una reforma laboral con propuestas que considero problemáticas, esto es, instaurar salario mínimo por horas, eliminar primas, cesantías, abaratar más los costos del despido, reducir lo salarios, entre otras. En condiciones mucho más severas de empleo que las de hoy, la Europa de la postguerra se reconstruyó fortaleciendo los derechos sociales y no agravando las condiciones de los trabajadores.
En esa línea, varios expertos proponen eliminar las exenciones de los mayores capitales, aumentar los impuestos a las grandes empresas y crear verdaderos canales de redistribución de riqueza. Esto parece más sensato que afectar los derechos de una clase trabajadora que no cuenta con grandes salarios; recuérdese que en Colombia la mayoría de los trabajadores no devengan más de dos salarios mínimos.
Resulta, al menos, curioso que en siglos pasados cuando los Romanos ganaban en el campo de batalla retribuían a sus soldados dándoles tierras. Si los trabajadores son los soldados actuales, responderles con el recorte de sus derechos supone una contrariedad. Algo no me cuadra.
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