La larga y turbulenta crisis griega sigue dando frutos extraños que, a veces, desafían la lógica política. Estos días, varios parlamentos europeos votan sobre el tercer rescate para el país heleno que alcanza 86.000 millones de euros (95.000 millones de USD). Toda la atención estaba puesta en los dos protagonistas del tenso proceso negociador, la propia Grecia y Alemania. La versión extendida en Europa es que Berlín logró imponer sus condiciones a Atenas, que consisten en más recortes, reformas y privatizaciones. Gana Alemania, es la tesis. Sin embargo, la canciller alemana Ángela Merkel no ha conseguido convencer a los suyos de esta supuesta victoria en el pulso con Grecia. En la votación sobre el rescate ayer en el Parlamento alemán, 63 de los 311 diputados de la conservadora CDU/CSU votaron en contra de las ayudas y, por ende, en contra de Merkel. Gracias a los votos a favor de los socialdemócratas (SPD) –el partido socio de gobierno– y los verdes, el nuevo rescate para Grecia obtuvo una mayoría muy amplia.

Días antes le había pasado lo mismo al primer ministro griego Alexis Tsipras. De los 149 diputados de la formación de izquierdas Syriza que él lidera, 32 rechazaron el acuerdo, entre ellos el ya famoso exministro de Finanzas Yanis Varoufakis. El ala más radical de Syriza considera que los términos del rescate son inaceptables y que suponen una humillación. El apoyo de la oposición garantizó que el acuerdo fuera aprobado. Esta división entre los grupos parlamentarios de Syriza y de la CDU/CSU se refleja también entre los seguidores de estos partidos en ambos países. Buena parte de los griegos comparten el rechazo de Varoufakis, mientras en Alemania mucha gente se opone a este tercer paquete de ayudas, en buena parte porque el propio ministro de Hacienda, Wolfgang Schäuble, ha sembrado dudas sobre su eficacia. Pero sorprendentemente el desacuerdo con el rescate no parece perjudicar el apoyo de ambos partidos. Según las encuestas, Syriza ganaría hoy con un 38% de los votos, un poco más que en las elecciones de enero, mientras Merkel sigue disfrutando de un amplio apoyo popular de más del 40%.

Lo que sí ha sufrido mucho con la crisis griega es la imagen de Alemania en Europa. En este sentido no ha ayudado la noticia de que la primera privatización tras el acuerdo beneficia precisamente a una empresa alemana. Fraport (la empresa semipública que gestiona el aeropuerto de Frankfurt) se hará con la gestión de varios aeropuertos en Grecia. Se entiende pues que Merkel quiera pasar página. Hace unos días advirtió que la crisis humanitaria por la llegada masiva de refugiados, la mayoría de los cuales huye de la guerra en Siria rumbo a Alemania, es más importante que el problema con Grecia. Es un escenario muy distinto para la canciller, pero uno de los interlocutores más importantes sigue siendo Tsipras: la mayor parte de los refugiados entra en Europa a través de las islas griegas en el Mar Egeo. Están condenados a entenderse.

@thiloschafer