El último escándalo ‘killero’ fue, definitivamente, el anuncio de que un director famoso llegaría a un festival de cine, no tan famoso, a la ciudad de Barranquilla, solo porque sí, porque se iba a rendir un homenaje.

El festival de cine no tan famoso, intentaba que se le pegara un poco de la fama del famoso director para ver si a los ‘killeros’ se les ocurría apoyar su festival. Pero les salió mal la jugada, porque la ciudad se escandalizó con la mentira.

Pero lo importante es que fueron tendencia esa semana y todo el mundo se enteró de que existía ese festival… ¿Cierto? Bueno, no tan cierto. Hasta se anuncia un evento académico para esta semana, para analizar tan singular hecho, cosa vista como una amenaza para el nuevo periodismo.

El debate está caliente, porque obviamente hay gente que ha defendido la “ofensiva” estrategia de comunicación, como válida en estos tiempos de la inmediatez y de los fake news. Utilizaron lo que escandaliza, el gancho mentiroso, como si el cine y cualquier forma de arte no fuese ya una forma de mentira.

Y he allí el problema. Veamos varios problemas que llevaron a molestar a muchos y que también dieron contentillo a otros. Aunque la verdad es que para racionalizar uno puede encontrar muchas más mentiras. Especialmente cuando mete la pata.

El problema es que en Barranquilla el arte en general pasa por uno de sus peores momentos. Las instituciones culturales en la que nos apoyábamos para retener algún sentido o alguna sensación del disfrute de espacios culturales, se han ido derrumbando una a una.

Esta misma semana que pasó nos anunciaron que, si es caso, el diseño de la restauración del Teatro Amira de la Rosa es posible que llegue al Ministerio de Cultura, quien, en su sección de patrimonio, se encargará de revisar y autorizar los planos en el año ¡2021!

El problema es entonces que ya no creemos nada y cada vez a la gente le importa menos cualquier movida cultural. Entonces, inflar las perspectivas de los crédulos barranquilleros, y luego cortarles la cabeza inflada (para usar el propio slogan del festival) a todos los que por pura emoción de ver a alguien que admiran por ser buen director de cine, o porque simplemente es famoso, fue un acto de pequeña crueldad.

El problema es que muchos agentes culturales se la luchan a diario para mantener sus espacios y sus pequeños festivales, sin decir mentiras, haciendo una buena programación y con las uñas sacando adelante las actividades.

El problema es que ahora pusieron en duda cualquier cosa que los “agenciadores” de la cultura hagan en Barranquilla.

El problema es que a los barranquilleros les gusta mamar gallo, pero no que se lo mamen. Eso no lo perdonan. No toda broma vale, ni todo bromista es inteligente y calculador de las consecuencias de sus bromas. ¡Y menos en la tierra del carnaval!

(Dicho lo anterior me queda en el tintero la explicación de la ficción como mentira y el dilema filosófico más antiguo del pensamiento occidental).