Con relación a las políticas migratorias, el mundo gira con hipocresía. Por estos días, el caricaturesco presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, es señalado por la abominable situación de niños y niñas migrantes que permanecen detenidos cerca al cruce de la frontera. Los titulares de prensa y portadas de revistas revelan el trato cruel y degradante, los rostros de angustia y la soledad. Nosotros, entonces, levantamos la antorcha moral, vamos todos por Trump, la multitud agitada en la cacería de la bestia.

Pero si bien Donald Trump es indefendible, y si bien es cierto que desde su bandera de campaña proclamó el endurecimiento de sus políticas contra los migrantes –con una idea medieval de levantar un muro–, también es cierto que Donald Trump no se ha inventado esto. Los niños y niñas migrantes en Estados Unidos son detenidos y separados de sus familias desde varios gobiernos atrás, y ni el ultra humanista Obama le puso fin a esta práctica.

El juicio mediático a Trump condena la fotografía de una pequeña niña llorando, pero no condena la estructura. La crítica se banaliza a partir de registros falsos, pero pocos tocan los hilos que se tejen en el fondo. Mostrar a Donald Trump como el payaso que sostiene un globo rojo en una película de terror, no es suficiente para cambiar las cosas como están.

La icónica foto que sirvió de portada a la revista Time en la que se registra a la niña hondureña Yanela Varela desconsolada, no corresponde a una niña separada de su madre. La imagen sirvió para movilizar sentimientos de rechazo a las detenciones de niños separados de sus familias y motivó el recaudo de jugosos fondos en donaciones, pero se construyó un símbolo con una niña que no estaba viviendo la situación en cuestión.

Más grave, quizá, es la fotografía que circuló en las redes de niños encerrados en jaulas con tarros de plásticos en las manos esperando los alimentos. Diferente a lo que se intentaba denunciar al circular esta foto, la sórdida imagen no corresponde a migrantes detenidos y separados de sus familiares en Estados Unidos, sino que se trata de niños palestinos detenidos.

A pocos le importan si son niños detenidos en Israel, como a pocos le importan los niños migrantes detenidos por todo el mundo. Eso no es lo que está en la agenda mediática, por tanto, podemos actuar como si no pasara. Según Unicef, el número total de niños refugiados y migrantes separados y no acompañados en unos 80 paises, pasó de 66.000 en el año 2010 a 300.000 en 2016. Los niños por todo el mundo huyen de sus países y buscan refugio en otros lugares, se exponen a peligrosas redes de tráfico de personas, de abusos sexuales y de explotación. Francia, por ejemplo, también detiene a cientos de niños migrantes que llegan al país sin acompañamiento cada año. Ni el país de la fraternidad se salva. No es Trump, es el mundo. El mundo que se empeora con figuras como las que él encarna, pero es el mundo y sus fronteras, su desigualdad y el horror en los ojos de los más oprimidos. La jaula sí existe, pero está por todos lados.

javierortizcass@yahoo.com