La noticia no es nueva, ni sus efectos tampoco. Es un secreto a gritos que el peor negocio comercial en Colombia es tener un club de fútbol profesional. Chorro de gastos sin compasión. Y lo que es abominable de veras; a ese caballero que ha invertido una fortuna en montar un club de fútbol profesional, nadie, pero nadie, le concede la más mínima opción de reconocimiento por su cuantiosa quijotada perdido irremediablemente.

Sin ir muy lejos, el senador Fuad Char ha perdido con Junior hasta el modo de caminar, que así decían los viejos barranquilleros para referirse a quien se metió en una empresa que no tiene ganancia por ninguna parte. El dirigente juniorista, con gran elegancia y donaire, no ha dicho nunca a cuánto asciende la suma que ha perdido en Junior, pero amigos suyos dicen que la cifra es astronómica. Y apuntan que ha sido el único negocio donde él ha perdido grandes cantidades de dinero, que las restantes empresas florecen por sí solas.

Por eso perdió su puesto como director técnico de Junior, Antonio Julio De la Hoz. El presidente del club y único sostenedor por sus pérdidas consubstanciales le preguntó un día qué clase de nómina iba a presentar para el juego que se avecinaba y el piloto le salió con la burrada del siglo: que él no se tenía que meter en eso. ¿Qué tal esa? Lo único que tenía era meterse la mano en el bolsillo y pagar, que en lo demás never comeback, como decía Luis Carbonell, el humorista cubano.

Por supuesto, hasta ahí llegaron las canoas, y De la Hoz, como no podía ser de otra manera, fue despedido de inmediato. Todo este largo preámbulo porque ha trascendido en el equipo Deportes Quindío tocó fondo en materia de deudas, tomando las riendas el municipio de Armenia. El mismo que había sido antiguamente su dueño, dentro de las absurdideces que se han visto en el seno del fútbol profesional colombiano.

En los tiempos en los que se entendía claramente qué cosa era el deporte amateur y qué el profesional, el primero era el único que recibía auxilios oficiales. ¿Y el profesionalismo entonces?. Al carajo. Por lo mismo que tenía rótulo de profesional tenía que bastarse a sí mismo, sin auxilio de ningún ente oficial.

Ese deslinde se respetó por un contingente de años. Pero llegaron a ese fútbol profesional que en muy mala hora se fundó en casa de Carlos Lafaurie Roncallo, y llegaron los saltibanquis deportivos por doquier: en el seno de la Dimayor y en el seno del Estado. Y desde luego, se llegó a donde nunca debió llegarse, con el estado como figura profesional de fútbol. El espacio se nos ha agotado, pero al menos hemos podido decir lo que muchos no sabían. Ni esperanzas tenían de saberlo con los pindongos actuales del periodismo deportivo….