Analogía que sirve para explicar la similitud entre el país y el cuerpo humano. Se sufre de esta condición cuando la dificultad para evacuar persiste durante varias semanas o más. Y si el país es el cuerpo, ¿qué es Barranquilla?
Fácil, es el punto doliente. Cuando se sufre de estreñimiento crónico, las otras partes del cuerpo lo ignoran. Poco les importa a la nariz, a los oídos, y ni siquiera a los ojos. Es verdad, el cerebro comienza a “preocuparse” cuando, con el transcurrir del tiempo, se da cuenta del “atranque”, pero, si en una de esas, algún remedio trae alivio, el mismo cerebro le reduce la importancia o gravedad hasta cuando vuelva a suceder. Antes de ir al médico, todos afirman que tienen la cura perfecta y terminamos en la automedicación.
Que Barranquilla sea la ciudad que se muestra como la mejor en todo, o en casi todo, eso no nos exime de que, por muchas razones a las que somos ajenos, aquí termine sintiéndose el efecto del taponamiento que afecta no solo a la ciudad sino al país. Pero es aquí donde duele. Al igual que con los otros órganos, nadie voltea a mirar cuando en el lecho del río se acumula todo el material que no es exclusivo de los barranquilleros sino del 80% de los colombianos, y queda atrancado en frente en forma de sedimentos y de toda clase de basuras que arrastra el río como la más discreta y cómplice cloaca. Mientras el país no respete al río, que es el intestino grueso nacional, mucho menos va a respetar este rincón tan deseado que es Curramba.
Porque es cierto; diga ‘carnaval’ y todos los órganos del cuerpo corren para estar aquí, desde los presidentes para abajo. ‘Juega la selección’, y el aeropuerto se llena de aviones privados esperando a que termine el partido para despegar y escapar del bochorno. Los ejemplos sobran: todos le apuestan a la ciudad, ¡qué bueno¡, la atracción continúa. ¡Bienvenidos, bravo! ¿
Pero ¿y si estamos “tapados”? Seguro que en algún momento esto olerá muy feo.
Siguiendo con esta “analogía”, que parece más una ciencia dedicada a estudiar “otro tipo de dolores”, las dragas van y vienen cual mejor medicina. Desde aquí, sea quien sea, de Cormagdalena para abajo, intentan resolver esta obstrucción de “vías digestivas” con su máxima capacidad, pero la efectividad demostrada apenas llega a la de buenos enfermeros. Como mucho, conseguimos soluciones prestadas. Esas son las dragas que vienen de visita cual placebos para atender un daño que comienza “aguas arriba”, y se van…para volver.
En esta última ocasión, el remedio llegó “vencido”; pocas voces se escuchan porque ya nadie quiere decir nada; esa es la naturaleza del estreñimiento, es silencioso, mudez total. Tienen razón; repetir que la situación “es preocupante” expone al ridículo al que sea. Es que venimos “muy preocupados” desde hace rato, años. ¿ Y ? Mientras, el cerebro y los demás órganos callan; con los hombros levantados siguen mirándose y diciendo: “nosotros nos encargamos de problemas más importantes; el de “allá”, que lo resuelvan los barranquilleros”. Y eso no lo hemos entendido.
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