Todo aquel que sienta interés por la política y por, como diría Aron, su hermana en el arte de cocinar y distribuir tartas la economía, debería hacer el ejercicio de leer Teoría de la Justicia de Rawls y, acto seguido, Anarquía, Estado y Utopía de Nozick. Resulta realmente delicioso avanzar en primer lugar por las líneas del bueno, casi beatífico, social-liberal (no me atrevo a llamarlo socialdemócrata) de Rawls, para inmediatamente deslizarse por la traviesa, en ocasiones voluntariamente maligna, pendiente ¿liberal?, ¿neoliberal? ¿libertaria? de su compañero Nozick, cuyo libro fue en gran medida una respuesta al de Rawls. Se suele sostener que Rawls es el apóstol de la igualdad y Nozick el de la libertad. El primero defendiendo un contrato social que proteja a los débiles, que luche contra las desigualdades y que garantice los mismos derechos a todos y el segundo negando el derecho del Estado a cobrar impuestos (no son más que una forma moderna de esclavitud) y argumentando que, más allá de ejercer de policía y juez, ninguna otra función le es debida. Ayudar a los pobres vs. que se pudran los pobres, vendría a ser el grosero resumen de la disputa ideológica.

Dos mundos distintos (en el fondo, no tanto, pues parten de muchos puntos comunes) que tan bien parecerían poder intuirse en la presente campaña electoral presidencial colombiana. Pero, ¿es esto verdaderamente así? ¿Es Petro el Rawls de Colombia y Duque el Nozick colombiano? Cuando el candidato de gafas habla de reforma agraria, o de educación gratuita tal lo parece. Cuando el aspirante de pelo blanco defiende bajar los impuestos y reducir los costos del Estado (llegando a fusionar las altas cortes) bien podría considerarse. Es recurrente acusar a Petro de socialista y a Duque de neoliberal. Semejantes afirmaciones me recuerdan al chiste en el que uno dice que su hermosa figura le ha traído muchos enemigos y, cuando el que tiene al lado le responde que qué hermosa figura, si es feo y gordo, el primero responde: ¿ves? Otro enemigo.

Es decir, atribuir a alguien algo que realmente no es suyo puede causar problemas. En el caso de los contendientes a la Casa de Nariño ni creo que uno sea el alter ego de Rawls, ni que el otro lo sea de Nozick. Basta con escuchar a Petro para darse cuenta de que sus propuestas (al menos, las originales) difícilmente encajan en ningún modelo liberal, por muy social que este sea. Y aquel que piense que Duque va a desmantelar la burocracia colombiana, deshacer la telaraña legislativa, bajar los impuestos a la casi nada y dejar al Estado como a espina de pescado, es que es un verdadero optimista.

Evidentemente, Petro es izquierda y Duque es derecha. Y eso está bien. Es bueno y saludable que haya opciones tan dispares donde elegir. Pero en la izquierda y en la derecha hay multitud de tonalidades y ni Petro es la izquierda que pudiera representar Rawls, ni Duque la derecha que pudiera encarnar Nozick. Lo primero lo lamento. Lo segundo no sé. No puedo evitar que me resulte más divertido Nozick, pero tampoco el frío y desasosegante cosquilleo que su mundo ideal me hace sentir.

@alfnardiz