Esta es una pregunta que recientemente me formularon durante un almuerzo familiar y me llevó a pensar sobre el nivel de conciencia que tenemos sobre nuestra responsabilidad emocional en la construcción de nuestra sociedad.

Me cuestiona saber qué tan capaces somos de reconocer nuestros propios procesos emocionales y qué tanto reconocemos cómo estos influyen en la clase de entorno que estamos construyendo. ¿Hasta qué punto reconocemos las necesidades de nuestra comunidad frente a nuestras propias necesidades?

Hacemos parte de una sociedad organizada y como tal tenemos una serie de deberes y responsabilidades, entre estos el derecho a la educación, que nos permite acceder a las herramientas necesarias para desarrollarnos dentro de un máximo potencial cognitivo.

Se ha demostrado que el nivel de educación de los ciudadanos está directamente ligado al desarrollo de las sociedades, a mayor desarrollo mayor nivel de educación. La inclusión de los pueblos en procesos de alfabetización, desarrollan la capacidad intelectual de ellos y por ende se amplía su pensamiento y su conocimiento, llevándolos a un pensamiento más complejo

Los ciudadanos alfabetizados, son más conocedores de sus derechos y se sienten más adaptados a su entorno, además de reforzar su sentido de pertenencia. Son constructores de sus pueblos y aportan en el desarrollo de sus núcleos sociales y comunitarios.

La psicología al ser la ciencia que estudia las emociones y los procesos mentales de los seres humanos y ocuparse del comportamiento de estos con su entorno, aporta a la educación los mecanismos mediante los cuales los seres humanos nos adaptamos al ambiente que nos rodea y cómo interactuamos con él.

Un ciudadano emocionalmente educado, sería un ser humano que hace parte de una comunidad y tiene conocimiento de sus procesos emocionales. Sabe que hace parte de un sistema mayor a sí mismo y es consciente de su propia conducta y cómo esta afecta su entorno. En últimas, conoce de los procesos mentales que acompañan su existencia.

Los seres humanos, estamos influenciados por nuestro ambiente y nos relacionamos permanentemente con él, nuestro entorno comunitario define buena parte de nuestro comportamiento, y de éste se derivan conductas propias y aprendidas que nos permiten vivir en comunidad.

Conocer nuestros propios procesos psicológicos nos permite una mejor adaptación y quizás un mayor conocimiento de nosotros mismos, permitiéndonos una mejor convivencia, donde los intereses comunes y los derechos compartidos merecen el respeto de todos.

Todos hacemos parte de esta ciudad y todos merecemos el respeto de nuestro espacio y estamos obligados a respetar el espacio del otro y es aquí donde se hace relevante saber qué tan emocionalmente educados somos.