De paso por Nueva York, donde actualmente se están sintiendo temperaturas cercanas a 37 grados centígrados, he recordado el dicho “hace más calor que en Magangué “, que se menciona en Barranquilla cuando las temperaturas se vuelven insoportables. Estos calores, que actualmente se sienten en todo el planeta, son producidos en gran parte, por el necesario uso del carbón en estufas, automóviles y plantas eléctricas, para generar la energía, que nos ha servido para el crecimiento mundial, actualmente amenazado por estos inconvenientes del llamado “efecto invernadero”.
Anualmente las actividades humanas, el tráfico de automotores, la industria, etc., generan cerca de 35.000 millones de toneladas de dióxido de carbono (CO2) y 320 millones de metano (CH4) que se dispersan y calientan la atmósfera terrestre y generan el efecto invernadero y sus consecuencias: derretimiento del hielo de los polos, subida del nivel del mar con reducción de playas y el aumento de calor que estamos sintiendo. Es de resaltar que actualmente muchos investigadores están trabajando en la solución de estas calamidades contemporáneas: Me he enterado, en un informe de la Academia Nacional de Ciencias, Ingeniería y Medicina de Estados Unidos (Nasem), en donde se describen nuevas tecnologías de aprovechamiento de los gases a base de carbón, que han sido creadas para mitigar el aumento de gases de efecto invernadero, hasta llegar al imposible “carbono cero”. Este reporte de la Nasem también evalúa las necesidades y barreras técnicas para su desarrollo y aplicación, con el propósito de transformar el CO2 y el CH4, invasores de la atmósfera, en productos útiles con potencial económico.
Nos causa sorpresa y satisfacción que se estén desarrollando estas nuevas tecnologías ya que es difícil dejar de usar los energéticos a base de carbono como la gasolina, el acpm y el gas natural para nuestras máquinas, aun cuando se hayan inventado los carros eléctricos, las celdas solares y se aumenten las plantas hidroeléctricas. En este momento se conocen experiencias para transformación de estos residuos gaseosos de carbono, que polucionan el aire, en nuevos tipos de cementos (a base de carbonato de calcio) para construcciones civiles y en productos de la química como el metanol. Por supuesto, quedan en existencia los métodos naturales para manejar y capturar el CO2: mantener nuestros bosques y reforestarlos, inyección de aire en rocas y otros minerales apropiados, etc.
En resumen, esta tendencia del calentamiento global no-natural continuará hasta que los humanos cambiemos nuestra conducta y detengamos la modificación atmosférica. Ojalá que el gobierno de EE UU (segundo contaminador después de China), que anunció en 2017 su retiro del Acuerdo de París, reconsidere esta determinación, lejana a la voluntad de sus científicos.