Buena parte del planeta está muy satisfecho por el fin de Donald Trump como presidente de EE. UU. y el comienzo del período presidencial de Joe Biden, entre cuyas primeras determinaciones está el haber firmado una orden ejecutiva para que su país se una nuevamente al Acuerdo de París del 2015, sobre Cambio Climático y declarando que esta importante nación confirma el regreso absoluto de EE. UU. para cumplirlo, ya que había sido suspendido en una de las burradas de Trump. Pero, teniendo en cuenta que este fenómeno climático es un problema de toda la humanidad y, al adoptar medidas técnicas y sociales para hacerle frente, los gobiernos de los países firmantes deberán respetar, promover y cumplir completamente sus correspondientes obligaciones relacionadas con los derechos de todos los habitantes del planeta, el derecho a su salud y el de las comunidades.
Adicionalmente, observando la importancia de garantizar la buena marcha de todos los ecosistemas, incluidos los océanos y la protección de la biodiversidad de nuestra Madre Tierra, la temprana y oportuna actitud internacional de Joe Biden, nuevo Presidente, es muy probable que su cumplimiento contribuya a la reducción de este calentamiento global y a la sobrevivencia del planeta, muy especialmente en toda Latinoamérica, gran región que se ha caracterizado por su constante asimilación de la cultura de los Estados Unidos.
Estamos, entonces, en las puertas del desarrollo de grandes planes para la reducción de emisiones de los gases de efecto invernadero: La disminución de la generación eléctrica con carbón mineral y de la movilidad automotriz con derivados del petróleo, la gestión forestal sostenible (la defensa de la Amazonía, entre otras), la planificación y gestión del desarrollo humano, la gestión sostenible del agua, la gestión de un desarrollo urbano libre de carbono, la generación de energía eléctrica renovable, la regulación de riesgos alimentarios asociados al cambio climático, el control y otros aspectos apoyados por la comunidad y exigidos por las autoridades, por medio de acciones oficiales.
Los gobiernos del continente deben cumplir con la reducción de las emisiones de dióxido de carbono, gran causante del temido cambio climático, circunstancia que está afectando muchos países de Latinoamérica. Unos ejemplos se pueden dar: Los Andes del Perú han perdido cerca de la mitad de su hielo desde 1970, impactando a miles de habitantes que dependen de esa agua para agricultura e hidroeléctricas.
Sequías más grandes y más frecuentes en Honduras, Salvador, Guatemala y Nicaragua están entre los factores que impulsan a sus habitantes a desplazarse hacia México y EE. UU. Muchos terrenos tropicales están desforestados sobre todo en la Amazonia del Brasil, lo que produce más emisiones de CO2, que en China y Estados Unidos. Los campos de nieve de la Patagonia, en la frontera entre Chile y Argentina se están derritiendo. En conclusión, esperemos que la gente se olvide de la acciones contra el medio ambiente de Trump y que el ordenamiento ambiental que impulsará Biden, en los Estados Unidos, favorezca y llegue a toda Latinoamérica.