¡Tenemos una conversación pendiente como sociedad alrededor de la diversidad e inclusión! La diversidad va más allá de un tema específicamente social y está lejos de ser una responsabilidad única de un gobierno o una organización. Este asunto exige el compromiso de todos para continuar evolucionando. El terreno avanzado en materia de equidad de género, inclusión de personas en condición de discapacidad y diversidad sexual, es sin duda fundamental, pero es hora de que hablemos e incorporemos en nuestras agendas de gestión cómo desde las empresas podemos promover espacios realmente inclusivos para todos.

Ser inclusivo se trata de proponer un cambio de paradigma para que las personas no vivan con limitaciones o dejen de experimentar ciertas actividades porque no están pensadas para una condición como la diabetes, por ejemplo. Según la Organización Mundial de la Salud, las personas con diabetes en el mundo pasaron de 108 millones en 1980 a 422 millones en 2014 ¡Un aumento de más de 390%! ¿Es inclusión ir a un restaurante y que no haya opciones para diabéticos? Una persona que no conoce la enfermedad o no tiene a nadie cercano con esta, puede que no vea la necesidad de trabajar en iniciativas para cambiar esta realidad.

Ser inclusivo también es tener en cuenta las diferencias de las personas neurodiversas, es decir, aquellas que viven con dislexia, déficit de atención o autismo, y empezar a entender que lejos de ser una limitante, lo anterior no son más que otras maneras de ver, sentir, vivir y entender el mundo. Si logramos incorporar ello en nuestros procesos de innovación al interior de las compañías, los resultados de cara a la cultura organizacional y al desarrollo social de nuestros entornos, nos permitirán beneficiar personas que aún se sienten fuera de un lugar.

Las empresas tenemos el reto de entender que, al promover un liderazgo inclusivo que incorpora características como las anteriores, aseguramos un ambiente creativo y de aprendizaje, en el que cualquier persona puede sentirse libre de proponer ideas diferentes y de ser auténtica en el trabajo, sin importar la etiqueta bajo la cual en algún momento se haya sentido enmarcada.

Ser incluyentes parte de aceptar nuestras diferencias en la forma en que funciona nuestro cuerpo, pensamos, aprendemos, comunicamos y procesamos la información. Cuando esto se logra, las miradas realmente diversas se convierten en catalizadoras de la innovación y, además de enriquecer la visión de los negocios, nos permite trascender e identificar los desafíos que enfrentan los demás.

Hoy, entendemos y somos testigos de que las diferencias físicas, de edad, raza, género y cognitivas, pueden contribuir de manera significativa al crecimiento empresarial y solución de problemáticas sociales, a través de atributos como la determinación, la atención a los detalles, los patrones de pensamiento innovadores, la diligencia y la creatividad. Por ello, creemos firmemente que el trabajo articulado de todos los actores de la sociedad resulta fundamental para que continuemos avanzando, construyendo país y resignificando la inclusión.

*Director de recursos humanos de AstraZeneca para el Clúster Andino.