Después de las elecciones parlamentarias del domingo en España todo el mundo temía que se prolongara la parálisis política de los últimos años, con un largo proceso de negociaciones para formar gobierno por delante e incluso el riesgo de otra repetición de la cita electoral, que sería la quinta en algo más de cuatro años. Sin embargo, menos de 48 horas después del cierre de las urnas el presidente en funciones Pedro Sánchez y el líder de Unidas Podemos Pablo Iglesias dieron la gran sorpresa con la firma de un preacuerdo para formar un gobierno de coalición. El pacto entre los socialistas de Sánchez y la izquierda es inédito. Nunca desde el fin de la dictadura de Franco en España ha habido un gobierno de coalición, por lo menos a nivel nacional, porque esta fórmula común en otros países está bastante extendida en las regiones autónomas del país.

Sánchez e Iglesias afirmaron que habían entendido el mensaje de los votantes, hartos de tanto bloqueo político. Estos dos mismos dirigentes habían sido incapaces de ponerse de acuerdo tras las elecciones de abril, lo cual provocó la repetición de los comicios. El recuerdo de esas negociaciones, duras, turbulentas y viciadas por egos y tacticismos, no da mucha confianza de que el pacto entre el PSOE de Sánchez y Unidas Podemos tenga una larga vida. Encima, su peso en el parlamento no es suficiente y necesitan el apoyo de algunos más de los 16 partidos que han logrado representación el domingo –todo un récord en la joven democracia española–.

Quizás el punto más espinoso será el conflicto con los independentistas en Cataluña. Podemos está a favor de un referéndum legal y pactado sobre la independencia, tal como exigen los partidos separatistas que obtuvieron el 42% de los votos en la región el domingo. Pero Sánchez está en contra de permitir una consulta no permitida en la actual Constitución. En el preacuerdo entre las dos fuerzas se hace referencia meramente a un diálogo dentro del marco constitucional.

También en materia económica puede haber desencuentros entre los dos socios. Ambos quieren aumentar el gasto social tras los duros recortes durante la crisis. Para financiarlo pretenden subir la fiscalidad a las grandes empresas y grandes fortunas. Todo depende de la velocidad con la que se quieren alcanzar estas metas. Hay que ser prudente en el contexto de una desaceleración económica y un entorno internacional muy difícil.

En la oposición los conservadores del Partido Popular compiten ahora con Vox, el partido de ultraderecha que ha visto un aumento espectacular del voto hasta el 15% y es ya la tercera fuerza política en el parlamento. Vox exalta el nacionalismo español, está en contra del feminismo y propone expulsar a todos los inmigrantes sin papeles.

Sánchez e Iglesias, si logran los apoyos necesarios, tienen la oportunidad de dar a España un gobierno que dure los cuatro años de la legislatura. Pero es un constructo muy frágil. Un mínimo error puede dar al traste con el experimento.

@thiloschafer