En el desfile del Lunes de Rosas en Düsseldorf es tradición comentar temas de actualidad en forma de grandes figuras de papel maché desde el humor y la sátira. En una de estas carrozas, un divertido “virus del carnaval” se reía en la cara del “coronavirus”. Unos 600.000 visitantes acudieron a la jornada grande del Carnaval en Renania desafiando a las temperaturas bajas, a la llovizna -habituales en estas fechas por la zona- y a la epidemia que también ha alcanzado a Alemania. En Italia del Norte la expansión del virus ha paralizado buena parte de la vida pública, y hasta los partidos de fútbol de la Serie A se juegan sin público para evitar el contagio. Afortunadamente, en Alemania a nadie se le ocurrió suspender el carnaval por el coronavirus.
Tampoco se suspendió el Carnaval renano por otro virus contagioso y también mortal en ocasiones: Varias carrozas advertían de la expansión de la xenofobia y, en concreto, del auge del partido de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD). Desde la organización se recordaba la reciente matanza en Hanau, una ciudad cerca de Frankfurt, donde un hombre acribilló a nueve personas en un café de pipas de agua y en otro lugar, antes de matar a su madre y a sí mismo. Su motivo era el odio a los musulmanes, como consta en una carta de clara orientación de extrema derecha que dejó escrita.
Fue un acto terrorista, igual que aquellos perpetrados por islamistas en 2016 cuando once personas murieron atropelladas por un camión en un mercadillo de Berlín. Desde entonces, se han reforzado las medidas de seguridad en eventos públicos, con barreras para evitar atentados con camiones. Aún así, el propio Lunes de Rosas ocurrió otra desgracia en Volkmarsen, un pequeño pueblo en el centro de Alemania cuando un hombre entró con su coche en el desfile de carnaval hiriendo a 60 personas. No se conocen aún los motivos de este alemán de 29 años y vecino del pueblo.
Sea como fuere, la potencial matanza de Volkmarsen, en la que milagrosamente no murió nadie, es otra prueba de que no existe la seguridad total para nadie -supongo que en Colombia eso lo tienen asumido desde hace mucho tiempo-. Por supuesto hay que tomar medidas para procurarla, como poner barreras y una vigilancia eficaz. Pero la vida debe continuar. No se deben cancelar fiestas, conciertos o eventos deportivos por miedo a que se pueda producir un atentado. Tampoco por miedo al contagio de un virus, al menos mientras sus niveles y efectos estén medianamente controlados.
Obviamente, no son comparables estos dos peligros públicos. Mientras la solución para el virus CoV-2 -al igual que las anteriores epidemias- es una tarea para la ciencia y los servicios médicos, corresponde a la sociedad en su conjunto combatir la expansión de ese otro virus contagioso, el del racismo, la intolerancia y el fanatismo en nombre de la religión o del suprematismo racial. El público en Düsseldorf dio fe de ello, con mucho jolgorio y alegría a pesar del mal tiempo.
@thiloschafer