Berna es una capital sorprendente para un país con la proyección internacional de Suiza. Su encantador centro medieval está rodeado por un río de aguas cristalinas y colinas arboladas, en un ambiente apacible y tranquilo que no tiene nada del bullicio de otras capitales. En las afueras, se encuentra el impresionante Zentrum Paul Klee, construido por el arquitecto italiano Renzo Piano. Este centro se dedica a explorar y exponer la obra inmensa del hijo más ilustre de la ciudad helvética, aunque por parte de su padre tenía la nacionalidad alemana. Aparte de su pintura, trabajó como director de la escuela Bauhaus que revolucionó los años 20 del siglo pasado y cuya influencia se ha dejado sentir por todo el mundo, desde América Latina a Japón.

Cuadros de Klee, por supuesto, no pueden faltar en el Kunstmuseum de Basilea, a una hora de tren de Berna, uno de los mejores museos de arte del mundo. Esta ciudad a orillas del Rin fue un importante centro de estudios y erudición en el pasado gracias a la libertad con la que se pudieron publicar los primeros libros tras la llegada de la imprenta, incluida la primera biblia en castellano traducida desde las lenguas originales, editada por Casiodoro de Reina, un monje convertido al protestantismo y refugiado de España. En Basilea también encontró refugio el humanista Erasmo de Roterdam, que está enterrado en la catedral.

Con su tradición de universalidad, multiculturalismo y estabilidad política no resulta extraño que Suiza albergue un gran número de instituciones internacionales, desde una sede de Naciones Unidas hasta la Cruz Roja o la Fifa. Ciertamente, también ayuda un régimen fiscal beneficioso que ha contribuido también en convertir a Suiza en uno de los centros financieros más importantes -y todavía más opacos- del mundo.

En la prensa suiza recordaban estos días que el uno de enero de 2020 la Organización Mundial del Comercio -con sede, como no, en Ginebra- cumple 25 años. La efeméride coincide con un momento bajo para la OMC ya que la administración de Donald Trump la ha dejado prácticamente sin efecto.

Con dirigentes como Trump, Xi Jinping, Vladímir Putin u otros, el multilateralismo está claramente en peligro. Prefieren la ley del más fuerte sobre un sistema de reglas y mecanismos de arbitraje comunes para todos que ha costado décadas de negociaciones. De momento, nos preocupa la guerra comercial. Pero después de la OMC, ¿cuál podría ser la siguiente víctima del nuevo nacionalismo de estos líderes? ¿El Comité Olímpico Internacional o la Agencia de la ONU para los Refugiados, ACNUR? ¿Se desentenderán Trump, Putin y compañía también de la Convención de Ginebra de los derechos humanos algún día?
Cuando los nazis destituyeron a Klee como director de la academia de Bellas Artes de Düsseldorf en 1933 por su “arte degenerado”, el artista se refugió en su casa paterna en Berna donde murió de una enfermedad ya en 1940. Otros a lo largo de la historia hasta hoy no han tenido esta suerte.

@thiloschafer