Desde la perspectiva de muchos, entre los que me incluyo, la red pública hospitalaria es el principal patrimonio social de la comunidad, especialmente de aquella que por su localización geográfica y condiciones socioeconómicas tiene en dicha red asistencial la única opción cercana y cierta para ser atendida y resolver sus problemas de salud, por lo menos en el componente inicial de urgencias que es fundamental para la sobrevida de muchos de estos pacientes que acuden con tal propósito a las diferentes Empresas Sociales del Estado en todo el territorio colombiano.
Sin embargo, lo que viene ocurriendo en el departamento del Atlántico resulta definitivamente preocupante, pues la reiterada agresión al recurso humano que presta sus servicios en estas unidades asistenciales, además de la afectación a la infraestructura física de los centros hospitalarios localizados en los municipios de este ente territorial, se ha vuelto casi que una costumbre y una constante, a partir de acciones vandálicas que, según los reportes de los afectados y las autoridades policivas, son gestadas y realizadas por la misma comunidad usuaria.
Es así como se ha conocido que solo en la última semana tres centros hospitalarios pertenecientes a esa red pública y localizados en los municipios atlanticenses de Polonuevo, Campo de la Cruz y Soledad, fueron objeto de este tipo de acciones que dañaron de manera importante su infraestructura física, afectaron su operación rutinaria y, en algunos casos, dañaron hasta algunos bienes de quienes allí están laborando.
Resulta lamentable que con estos incidentes que se han producido a lo largo de este año en contra de la Misión Médica, recientes e importantes inversiones realizadas precisamente en algunos de los hospitales así afectados se pierdan con los daños producidos y, lo que es peor, que los procesos asistenciales que allí se adelantan se vean alterados y se interrumpa la rutina de atención de nuevos pacientes, además de la inaceptable agresión a la integridad física del recurso humano asistencial y administrativo.
No nos podemos conformar con que disminuyera el número de estos incidentes con respecto a los ocurridos en el año inmediatamente anterior. Los hospitales públicos son de la comunidad y para la comunidad. Con los impuestos de todos se logran muchos de los recursos financieros que permiten realizar las inversiones para construir esa infraestructura, modernizarla y dotarla, y reitero, es en muchos casos la única oferta instalada disponible para que la población pobre y vulnerable de estas localidades sea atendida. Además, es el sitio de trabajo de un valioso recurso humano que se ha preparado para brindar su conocimiento y sus habilidades para que quienes allí acudan recuperen su salud. Por eso, sencillamente estas muestras de violencia, como todas, son totalmente inconcebibles e inentendibles.
En síntesis, no se puede seguir atentando contra la propiedad de la colectividad a la que uno pertenece, ni se puede permitir que otro lo haga. ¡Total respeto y ni una agresión más a la Misión Médica! ¡No más afectación al patrimonio social de la comunidad!
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