¿Estaría usted de acuerdo con que se apruebe un impuesto que permita mejorar la salud de los colombianos? Esta pregunta supera la discusión de gravar con IVA o no los productos de la canasta familiar, asunto que fue motivo de debate a partir de la impopular propuesta de gobierno que fue mayoritariamente rechazada por el país.
La semana anterior se dieron a conocer los resultados de la Encuesta Nacional de Salud Escolar (ENSE), presentados por el Ministerio de Salud y Protección Social, en asocio con la Universidad del Valle. Esta encuesta consultó a 79.640 estudiantes de 13 a 17 años de todo el país sobre la prevalencia de factores relacionados con la salud, encontrándose, entre otros aspectos, que el 86% de los estudiantes escolares en Colombia no consumen frutas ni verduras (contrario a lo recomendado por la Organización Mundial de la Salud, OMS), pero además que el 74% de esta población consume una o más bebidas azucaradas al día.
Los expertos en el tema de la nutrición infantil y juvenil han documentado que existe una innegable y peligrosa relación entre el excesivo consumo de bebidas azucaradas con sobrepeso, obesidad y diabetes.
Basta recordar una advertencia de la OMS de principios de este año que instó a la población en general a “limitar la ingesta energética procedente de la cantidad de grasa total y de azúcares”, complementando esa advertencia con la necesidad de fijar “un impuesto sobre las bebidas azucaradas”, con el fin de desestimular su consumo, como ya se ha hecho en México, Chile, Francia, Hungría, el Reino Unido, Portugal e India, entre otros países.
Fueron públicas mis diferencias en algunos asuntos con el anterior ministro de Salud, Alejandro Gaviria, pero le reconocí la razón cuando él trató de crear ese impuesto al consumo de las bebidas azucaradas en la reforma tributaria del 2016, iniciativa que finalmente no superó el debate congresional. Por eso resultan totalmente pertinentes las tres razones esgrimidas por el hoy exministro para justificar dicho tributo y que fueron expresadas en entrevista reciente a un diario capitalino: la obesidad, presente hoy en más de la mitad de la población de este país, y la misma diabetes tipo II hacen parte de una epidemia alarmante entre los colombianos; no se vislumbra otra herramienta en el corto plazo para modificar esa realidad del consumo y hay suficientes razones a nivel mundial que muestran que los tributos saludables hacen cambiar los comportamientos y hábitos de los consumidores.
Obviamente, si se establece este tipo de tributo que entre otros aspectos, desincentivaría el consumo de este tipo de bebidas dañinas, bajaría los costos de atención en salud de la población, le generaría nuevos recursos al Estado para hacer viables y cumplibles las políticas de salud pública y de paso ayudaría a cubrir el tan anunciado hueco fiscal existente, lo que sí resultaría inconveniente sería aplicarle entonces el IVA a los alimentos saludables como las frutas y las verduras, que son los que precisamente nuestros jóvenes de hoy no están consumiendo, como lo demostró la ENSE. Así las cosas, ¿estaría entonces de acuerdo con que se apruebe este impuesto que mejoraría la salud de los colombianos?