Cuando este año, por épocas de carnavales, se hizo patente el aumento del crimen en Barranquilla, un rumor que debería avergonzarnos corrió por las cadenas de Whatsapp: “¡Son los venezolanos!”. Es evidente que el país vecino está pasando por una situación muy difícil, y es lógico que muchos venezolanos y venezolanas vengan a Colombia, pues, no solo compartimos fronteras, somos quizás los dos países más parecidos de la región. Los y las barranquilleras somos con frecuencia confundidos con venezolanos, no solo por el acento, también por un ‘yenesecuá’ caribe que nos hace muy parecidos.

A pesar de eso, de la importante influencia cultural que un país tiene en el otro, alcancé a escuchar cosas como que eran los malandros venezolanos quienes enseñaban a robar a los locales. ¡Como si los colombianos necesitáramos clases para la violencia! Internacionalmente nosotros somos el ejemplo. Y precisamente por eso deberíamos abstenernos de esas expresiones de xenofobia. ¿Tanto que nos quejamos del estereotipo que nos precede en otros países, y ahora vamos nosotros a hacer lo mismo con los venezolanos?

Parece mentira que una ciudad que se precia de haber nacido de migrantes hoy se porte como una ciudad colonial, eso que siempre hemos criticado. Barranquilla se hizo grande por su diversidad, por ser acogedora y hospitalaria con los migrantes, que en agradecimiento vivieron y engrandecieron esta ciudad como si fuera la propia. Hoy los migrantes que llegan a Barranquilla son en su mayoría desplazados internos, por la violencia, gente del vecino país, si llegaron a esta ciudad es porque nos necesitan. Y si el crimen está aumentando es porque Barranquilla, como ciudad, no ha estado a la altura de recibir a todos estos migrantes, porque los estamos viendo como enemigos, cuando históricamente los hemos visto como aliados. ¿Qué puede hacer Barranquilla para volver a ser una gran anfitriona, esa ciudad acogedora que ha enamorado a tanta gente? Pues lo primero es no discriminar. Además, tenemos rabo de paja. Lo segundo es crear oportunidades económicas para ofrecer a estos migrantes.

Uno de los populismos políticos más exitosos en Colombia es “¡no podemos ser como Venezuela!” La afirmación es una ironía andante porque critica el populismo haciendo populismo. Y además es falsa porque de muchas maneras Colombia no es Venezuela ni lo será. Pero que no se nos olvide que Venezuela es nuestro espejo, y que nuestras historias como países están atadas. Que no se nos olvide entonces que lo malo no es Venezuela ni los venezolanos, lo malo es el autoritarismo, la corrupción, el caudillismo, y para esos males no necesitamos ser “como Venezuela”; basta con ser Colombia.

@Catalinapordios