Otro año que queda atrás, mil momentos que recordar, mil sueños más hechos realidad, los problemas vienen y van. Estas palabras recogidas de una canción navideña, se hacen cotidianas cada final de año, cuando llega la espera de la dulce Navidad.

Una vez más, vale la pena recordar con añoranzas cómo han cambiado las celebraciones familiares alrededor de esta bella época, y es que anteriormente era una fiesta fraternal, donde nos sentábamos alrededor de la mesa a compartir una buena cena, en algunos casos muy sencilla, pero siempre hecha con amor. La música tradicional hacía también su parte, nos permitía bailar las mismas canciones y al escucharlas ya sabíamos que eran las propias de este tiempo.

Los regalos estaban siempre en segundo plano, sin dejar de ser importantes, sobre todo para los más pequeños, que utilizaban parte de su tiempo para hacer con anterioridad la carta al niño Dios, no sin antes hacer sus propios instrumentos musicales con tapas de gaseosa y alambre dulce, para sentarse alrededor del pesebre durante varias noches a rezar la tradicional novena, y obviamente se portaban mejor que nunca para recibir su recompensa mirando al cielo porque de allá venían los obsequios, en la inmensidad siempre estaba la ilusión.

Era importante ver la familia crecer en cada celebración, como si cada año se agregaran uno o dos miembros más y algunos quizás ya no estarían, pero siempre su legado de amor seguía fuerte para continuar celebrando, al son de encontrarse de nuevo con los que llegaban de más lejos, que nos llenaban con su presencia.

Ahora, al mirar lo cotidiano en lo que se ha convertido la Navidad, pensar que el comercio ha querido comprar el significado de la Navidad a la topa tolondra, en el mundo del consumismo, nos adelantan las compras y nos revientan el bolsillo y las tarjetas de crédito, porque “si no das un regalo pasas desapercibida la fecha especial”, parece decir que: el abrazo de verdad y la llamada elocuente, ya es de pobres y pasado de moda. Así mismo si no tienes una gran fiesta con música estridente y no lo reportas en las redes sociales, es como si no hubieses pasado por esta gran fecha.

Para nosotros los católicos, Navidad significa “nacimiento”, celebramos la llegada de Jesús de Nazaret, debemos recuperar ese sentido espiritual y de regocijo, porque tristemente se nos está yendo de las manos y también, dolorosamente, para muchas estas bellas tradiciones, se fue de la mente y del corazón.

Añoranzas navideñas parecemos decir los más grandecitos, porque en este caso, todo tiempo pasado fue mejor, vale la pena volver atrás, valorar la amistad, la familia, la íntima reflexión que casi siempre con lágrimas de alegría compartimos a los propios, reunirnos alrededor del pesebre a hacer la novena, derrochar amor sin contenernos y una copa de champaña para brindar por todo lo recibido.

Desde lo profundo de mi corazón Feliz Navidad y próspero 2020, para mis compañeros de esta maravillosa familia de EL HERALDO y claro que sí, para todos mis leales y queridos lectores.