La Semana Santa se está viviendo de manera muy particular, y dirían muchos, con un Jesucristo forzosamente aislado del contacto directo de los millones de fieles por circunstancias de pandemia, nos obliga a la posibilidad de una necesaria y sana reflexión, en medio de un crecimiento sin límites hacia la práctica del mundo de placeres mundanos, heredados y cosechados a través del tiempo.
Para lo anterior, me remonto al 23 de enero de 1996, cuando se le pidió al pastor Joe Wright hacer una oración de apertura, en The Kansas House of Representatives, quien sorprendió cuando se refirió en su intervención, a una oración escrita por Bob Russell, pastor de la iglesia cristiana del sureste en Louisville, Kentucky. Aquí algunos de sus apartes:
“Hemos codiciado los bienes de nuestro vecino y a eso lo hemos llamado tener ambición. Hemos contaminado las ondas de radio y televisión con mucha grosería y pornografía y lo hemos llamado libertad de expresión. Hemos ridiculizado los valores establecidos desde hace mucho tiempo por nuestros ancestros y a esto le hemos llamado obsoleto y pasado. Oh Dios, mira en lo profundo de nuestros corazones: purifícanos y líbranos de nuestros pecados.”
Y a pesar que estamos hablando de hace un cuarto de siglo atrás, es un mensaje directo para cada uno de nosotros, y que hoy en día sigue vigente. En ese entonces, la reacción fue inmediata. Un parlamentario abandonó la sala durante la oración. Tres más criticaron la oración del pastor calificando la intervención como un mensaje de intolerancia. Durante las seis semanas siguientes, la iglesia central catholic church donde trabajaba el religioso Wright, recibió más de 5.000 llamadas telefónicas de las cuales solo 47 fueron desfavorables.
Pero esta oración histórica por su polémica generada, el dolor y la vergüenza que causa escuchar nuestra verdad en boca de otros, fue todavía más allá, y en otro de sus apartes afirma con un cálculo visionario inédito: “Hemos matado a nuestros hijos que aún no han nacido y lo hemos llamado la libre elección. Hemos abatido a nuestros condenados y lo hemos llamado justicia. Hemos sido negligentes al disciplinar a nuestros hijos y lo hemos llamado desarrollar su autoestima. Hemos abusado del poder y hemos llamado a eso política”.
Lastimosamente hay que reconocer que el deterioro espiritual en tiempos modernos ha flagelado nuestros principios, golpeado nuestra dignidad y ha corrompido, con prácticas delincuenciales cada vez más creativas, a nuestra sociedad, le ha quitado el respeto y valor a la vida.
Luego de esta histórica oración, a la que hago referencia del párroco Wright, desde muchas instancias se ha pedido en naciones del mundo que la adopten, la repliquen y reaccionen. Pero desde hace casi 25 años para acá, sus esfuerzos por renovar y sanar los espíritus, indican que no han sido suficientes.
Queda en tu voluntad y tu ejercicio ético de vida, que tomes la decisión de recapacitar, de purificar y librarte de la contaminación a la cual estás sometido en tu espíritu y en tu actuar cotidiano.
Así que, cuando la procesión va por dentro, no pierdas la oportunidad que nos regalan estos días santos. Es el momento ideal para enderezar lo que estás dando por perdido.