Caminar en la arena con los pies descalzos es una sensación única y una experiencia maravillosa. Se afirma que Colombia está llena de playas y puede ser cierto. Datos oficiales hablan de 300 en el territorio nacional, soportadas en 2.900 kilómetros de costas en el pacífico y el atlántico, un verdadero privilegio.
¿Sabían ustedes que el 18 de septiembre próximo se celebra el día Mundial de las Playas? La idea surgió en 1986 por el Centro de Conservación Marina de los Estados Unidos. Esta iniciativa, desde su origen, tiene el objetivo de concientizar el cuidado de las mismas y evitar una catástrofe ecológica marina.
En nuestro país todos vivimos orgullosos de nuestras playas. Sin embargo, hay poco o efectivo trabajo de concientización de los cuidados por parte del turismo y la intervención del hombre en general, principalmente los que acostumbran a utilizarlas para mezclar la rumba con el licor o simplemente el llamado “Paseo de olla” que aunque hoy en día tiene mayor control por parte de las autoridades, sigue presentándose como algo normal, sin importar las consecuencias ecológicas y del deterioro en esta extensión casi plana de arena o piedras en la orilla de nuestros océanos.
En un estudio juicioso del 2019 que analiza el estado de las playas en Colombia -investigación de Claudia Ceballos, se concluye en uno de sus apartes: sobre tortugas marinas en el Caribe colombiano, que un total de 11 factores fueron hallados como amenazas de las playas. De estos 6 están directamente relacionados con su deterioro a saber: contaminación por desechos orgánicos (madera y vegetación de deriva), e inorgánicos (plásticos, vidrios, latas), blindaje de la playa (espolones, sacos de arena, muelles), compactación de la arena (por paso de vehículos, ganado, turismo), extracción de arena (para construcción de viviendas) y erosión.
Pero frente a este panorama, no muy alentador, y apoyados por empresas privadas, existen movimientos ecológicos espontáneos, que nos dan esperanza, donde vinculan a jóvenes muchachos inquietos y comprometidos con el control ambiental a jornadas de limpieza de playas, iniciativas importantes, claro, pero se requiere de permanencia, continuidad y política de estado para lograr resultados óptimos.
Capítulo aparte es Tolú-Coveñas, en el Golfo de Morrosquillo, que cuenta con unas playas bendecidas, y allí he logrado vivir lo que no he vivido en otras. Hay terrenos que poseen la caricia y la magia, es como un cuento de hadas en donde se inspira la poesía y la imaginación atraviesa el paisaje.
Por lo anterior, cómo no recordar al orgullo de la literatura y poesía barranquillera, Meira Delmar ( Olga Chams ). La mujer que nos hizo descubrir con sus conocimientos de viajes medio mundo y la fuente que emana del más allá, grandeza refinada, de su sabiduría inspirada en sus poemas.
Reitero e invito a los gobiernos que de manera urgente y con compromiso duradero ejerzan acciones por el respeto y cuidado a nuestras playas, ellas nos garantizan futuro, alimentan el espíritu y el alma, y nos llenan de regocijo, inspiración y viveza acorde.