El amor es un espejo de belleza en el cual se conjugan con magia los sentidos. A veces se doblega y se repite, posee niveles, etapas, latitudes y expresiones. Los vaivenes del amor y su fuerza nos llevan sorpresivamente a límites no determinados en donde hasta la razón queda corta. Las llamadas coloquialmente “mariposas en el estómago” las hemos sentido y es cuando el amor comienza a estallar.

Octavio Paz escribió: “El amor es intensidad y por esto es una distensión del tiempo: estira los minutos y los alarga como siglos”.

No podemos vivir sin amor y llegando en el instante más preciso, tiene el poder de mantenerse en los mejores momentos, en los que peligrosamente podemos confundir: ilusión, deseo y costumbre. Es además, algo tangencial que nos traslada al muelle de los suspiros. Está hecho para que dure todo el tiempo pero a veces declina por orden no solo de los ojos, del gusto sino de la desilusión, o la herida en el corazón; y es cuando el espíritu y el alma nos envían un mensaje de llegar a la renuncia, al no más, lo importante es que sea siempre con dignidad y sin arrepentimientos.

Se nos acaba el amor por ausencia de brío, también porque le falta la reciedumbre, la fortaleza, el ánimo, la tenacidad y el empuje que es parte de su esencia. No existe poder humano que pueda dominar al verdadero amor.

Pablo Neruda afirmaba: “Es tan corto el amor y es tan largo el olvido…” Yo extraño los escritos de libertad y sin censura concentradas en las bellas cartas de amor, algunas nunca enviadas y por lo general escondidas en la intimidad o en el cajón de los recuerdos indelebles. Hoy son convertidas dolorosamente en una herramienta, víctima del olvido a merced de la tecnología que a cambio nos brinda, para expresar sentimientos profundos “avanzados recursos” por lo general masivos, sin sabor, sin sentir, sin esfuerzos y sin alma, reducidos a actos mecánicos prefabricados, para corazones automáticos, que estimulan el incremento de amores desechables.

Julio Cortázar tuvo tres grandes amores y fue definido como un escritor precoz: “Ven a dormir conmigo: no haremos el amor, él nos lo hará”.
Soy de los que piensan que sí existe el amor a primera vista y que cuando sucede no solamente es un milagro, sino que es un destino. Se vive por amor, claro que sí, tiene además una fuerza insospechada que se transmite quiera uno o no.

Nuestros corazones deben estar preparados también para el desamor, o la indiferencia que atropella la calma y se convierte en una tormenta: “La peor forma de extrañar a alguien es estar sentado a su lado y saber que nunca lo podrás tener”, palabras de nuestro inmenso Gabo, Gabriel Garcia Márquez.

Para el libertador Simón Bolívar, la capacidad de amar se volvió infinita. La historia habla, que solo con la imponencia de su mirada, enamoro a 35 mujeres en su vida. Pero también tuvo escritos cargados de erotismo en sus Cartas a Manuelita Sáenz: “No te vayas, ni siquiera con Dios mismo. Yo también quiero verte y tocarte y sentirte y saborearte y unirte a mí por todos los contactos”.

Con tu pareja en mutuo acuerdo, construye día a día, un amor auténtico que los llene de gloria, que satisfaga las ansiedades mutuas y crezca en complicidad eterna.