El mejor regalo de la Navidad lo tenemos siempre a mano y en el momento preciso, en la época de la verdadera página de los recuerdos y él esplendor de la vida.

La Navidad que nunca nos falla, hay que mantenerla siempre alerta y perfumada, llena de gozos y de todo aquello que significan esos momentos en familia. Los hijos la construyen, la pelean con esa contundencia, privacidad y belleza, todo eso rinde tributo a lo que es la verdadera Navidad. Un mar de recuerdos y de nostalgias siempre vivas.

Cuentan las líneas sagradas de escritos antiguos, que la Natividad es el soporte de la celebración cristiana y es parte esencial del año litúrgico del cristianismo. Según relatos bíblicos de Mateo y Lucas, publicados casi de manera textual, se afirma que Jesús nació en Belén de Judea, su madre María estaba desposada con un hombre llamado José, que descendía del rey David y no era su padre biológico, ya que su nacimiento fue causado por la intervención divina.

Entonces ¿Por qué anticiparnos a estos momentos de celebración sagrada? ¿Por qué cada año con mayor frecuencia deseamos adelantar la ansiedad hermosa de la Navidad?, ¿la queremos comenzar ya, o se nos obliga a vivirla desde mucho antes?

Esta vez hay un pretexto global y para muchos real, por temas de la pandemia de la covid-19 y sus efectos en todos los sectores, periódicos de gran reputación acogiendo la opinión de expertos han publicado artículos llenos de teorías sobre la necesidad de anticipar las compras de Navidad y por ende el ambiente navideño, como alternativa para reducir la crisis que nos agobia. Lo anterior, medido ciento por ciento por el factor económico pero que invade y golpea sin misericordia la tradición, le hace ruptura sin piedad en su esencia y logran que todo se resuma a un sentir equivoco ligado estrictamente al tema comercial.

El Periódico Portafolio de Bogotá por ejemplo, en análisis reciente afirma: “La iniciativa de “anticipar” las compras navideñas tendría al menos tres componentes: Reactivar el comercio y, por esa vía, la economía, evitar las aglomeraciones propias de la época navideña y la oportunidad de integrar varias iniciativas públicas y privadas como el último Día Sin IVA del año." Es apenas un ejemplo de las recomendaciones que se están haciendo en el mundo entero para que se recupere lo perdido en materia económica.

Faltaría también que nos obligaran a base de insistencia en colocar un clásico villancico en Noviembre. Me dicen que ya los hay, en promociones y cuñas radiales desde finales de Octubre.
Lo cierto y siento desilusionarlos, es que a pesar de la costumbre que no lo niego nos desocupa los bolsillos pero nos llena de felicidad y que es heredada año tras año por la presión de la sociedad de consumo y que está basada en la usanza de ir de compras en diciembre, obsequiar regalos para que inunden la escenografía en el rincón del hogar, no es la esencia filosófica y vital de la Navidad, el componente religioso y cristiano está por encima de toda consideración de valor comercial.

La carta al niño Dios, debe estar llena del mejor regalo… el amor y la esperanza que no se compra en la esquina.