Hoy todo parece indicar que por fin vemos la luz al final del túnel frente a la pandemia del covid -19 que nos ha azotado en el planeta sin contemplaciones. No hay duda que experimentamos un ambiente de esperanza y soplan vientos que nos invitan poco a poco retornar a la normalidad; sin embargo guardando las prevenciones del caso y con muchas lecciones aprendidas.
Ya varios países han anunciado suprimir algunas restricciones y medios importantes de prensa internacional como es el caso de La Revista Time, publicó un artículo reciente escrito por Jeffrey Kluger y que titula: 5 Cosas que extrañaré de la pandemia cuando termine, y allí el cronista hace alusión a una de las más antiguas y grandes costumbres afectivas del ser humano “eliminemos el apretón de manos de ese primer saludo. La mano humana tiene un promedio de 150 especies diferentes de bacterias que viven en ella en cualquier momento, según un estudio de la Universidad de Colorado, Boulder y esa investigación se realizó antes de que el virus covid-19 se uniera a la lista de patógenos” y concluye el señor Kluger en su escrito de 2014 encontró que la transferencia de gérmenes se "reduce drásticamente" cuando se golpea un puño frío y seco en lugar de apretar una mano tibia y húmeda”.
Para mí, la experiencia del covid nos ha traído universalmente lecciones que traducen también cosas buenas que debemos compartir y mantener por siempre y puedo mencionar algunas de ellas: Durante nuestro refugio y encierro un necesario reencuentro con Dios un reenganche con él y que se tradujo en una inyección espiritual de Fe, saber que contamos con su presencia en todos los momentos.
Igualmente, en su gran mayoría un fortalecimiento de las parejas y de la unión familiar, aquellos matrimonios que se separaron y atribuyeron esta decisión por fatiga y efecto social de la pandemia, considero es porque no tenían las bases firmes del amor, desde tiempo atrás. Lo mejor, que los pequeños hayan logrado retornar a las aulas escolares y que guardaban ese anhelo con ansiedad, las vivencias con sus compañeros de estudio y que se hayan dado cuenta que no todo lo logra el computador, la experiencia directa es vital, el verdadero calor humano para el relacionamiento y el desarrollo integral de los niños como seres humanos en el sagrado salón de clase, qué les enseña segundo a segundo lo bueno y lo malo de la vida, la amistad sincera, la lealtad con los demás y la sana competencia en igualdad de condiciones.
Aún sin el cálido apretón de manos, ahora que iniciamos el comienzo del fin de la pandemia, hemos aprendido que hay que retornar a los poderes naturales de la existencia, quedó claro con el coronavirus que todos los seres humanos somos iguales y nos necesitamos unos a otros, y para los que estamos reflexionando en éste epilogo del covid 19, la gran impronta y la dádiva es que después de la tormenta, basta con que sea hoy como un milagro, ¡que sigamos vivos y a la orden, gracias a Dios!