Es absolutamente evidente, ante los ojos de Dios, que el rol de la mujer hoy en día, tiene un protagonismo relevante, tanto en el hogar como en la vida profesional. La sociedad es dinámica, sin embargo hay valores que deben ser innegociables como lo es el liderazgo de ellas, con su belleza, valores y sabiduría en la familia.

Para exponer lo que resalto anteriormente, existe un famoso poema titulado: "Hombres necios que acusáis" de Juana Inés de Asbaje, conocida también como Sor Juana Inés de la Cruz, religiosa de origen mexicano quien vivió durante el siglo XVII y gran exponente del siglo de Oro de la literatura en español. Este texto famoso critica la posición del hombre hacia la mujer. Leer poema completo aquí

Actualmente, algunas mujeres “activistas” reclaman constantemente sus “derechos”, entre el cual se encuentra, según ellas, el derecho a abortar, a lo que la Corte Constitucional se ha pronunciado recientemente y ha dicho que se mantienen las tres causales comúnmente conocidas. Para mí, el aborto inducido es el más mortífero y letal invento de la sociedad moderna, porque bajo ninguna circunstancia se debe permitir la interrupción de la vida y es ahí donde las mujeres “liberales” deben medir más sus reclamos y reflexionar acerca de los valores que les estamos dejando a las generaciones venideras.

El afán de protagonismo de algunas mujeres, alimentado por la locura y la errada competencia que va desde el interior del hogar hasta la rivalidad social, cultural, profesional y laboral, hace que a veces nos comportemos entre hombres y mujeres, como “perros y gatos“: mostramos los dientes y las uñas como si se tratara de estar con nuestro peor enemigo; el sentido de armonía y convivencia elemental se esfuman; escondemos a diario secretos, muchas veces hasta los sueños de manera egoísta, ni siquiera los compartimos mutuamente. Ante ellas es un comportamiento injusto que solo lleva al decrecimiento de la relación y al aumento de la polarización entre hombre y mujeres, lo que nosotros “los machos” no sabemos es que a ellas les basta mirar para saber qué estamos pensando, son prudentes y callan para evitar lágrimas y asumen su propio martirio por prudencia y cuando la tormenta pasa, como sabias mirando a nuestros ojos toman la palabra dejando el mensaje de valor indicado lleno de sabiduría, lo que las convierte en seres únicos.

Revivir y rescatar la visión romántica hacia la mujer es volver a vivir, es hacer honor a ese ser irremplazable que llena nuestros espíritus y corazones, esta actitud no es un retroceso, menos una visión arcaica, anacrónica y obsoleta hacia ellas, principalmente hacia la generación moderna que exige con razón: respeto a sus derechos, espacios, igualdad y oportunidades.

Entonces, primero hay que aprender nuevamente a amarlas con la dignidad y ternura que corresponde y después apoyarlas y brindarles todo lo que anhelan, así a veces vaya en contra de nuestro “poder” de hombres, convertido hoy en una debilidad histórica y fruto de nuestra torpeza del llamado machismo aferrado sin pudor a nuestra cotidianidad.