Corrían los años 70 y como suele suceder con cada década de la humanidad, esos años trajeron consigo fuertes cambios y nuevas tendencias.
Fue la época dorada de Kodak, la maravillosa y potente empresa fotográfica catalogada en ese momento como una de las 10 más importantes de los Estados Unidos. Era un verdadero gigante que se desplomó en su manera de hacer negocios, con la irrupción de nuevas tecnologías y la facilidad para compartir lo que era el más preciado y único tesoro de aquella empresa norteamericana: las fotografías.
Previamente, la gente andaba comprando rollos para guardar sus momentos familiares y personales en cámaras dispuestas para ello, para luego revelarlos y depositarlos en álbumes. Era un ritual a nivel mundial.
¿Entonces qué pasó? A grandes rasgos sucedieron dos cosas: A Kodak le faltó innovación y entender y escuchar las necesidades de los clientes.
Algo parecido le sucedió a Blockbuster, que con llamativos locales comerciales desparramados por todo el mundo ofrecían a sus clientes la oportunidad de llevar a casa películas originales en alquiler. Una idea sencilla llevada a cabo con maestría y visión.
En el año 2000, Blockbuster recibió una jugosa e interesante oferta de parte de Netflix para compartir un nuevo modelo de negocio que ofrecería contenidos a través de una manera no presencial.
¿Cuál fue el resultado de esa propuesta? John Antioco, CEO de Blockbuster, se río de lo que acaba de escuchar. Desestimó la propuesta de Netflix, ya que según sus palabras, 'no tenía sentido cobrar por una suscripción ilimitada'. ¡Y ya sabemos lo que hoy en día es Netflix!