Por: Erika Fontalvo
Superar los efectos de la pandemia del coronavirus que desencadenó el confinamiento de millones de personas y la parálisis de la economía exige una gestión compleja para dar respuesta a las necesidades que este inédito tiempo reveló.
La Región Caribe con sus más de 10 millones de habitantes también fue sacudida por la irrupción del virus que coincidió con el desembarco de los nuevos mandatarios locales. Obligados a postergar sus proyectos, alcaldes y gobernadores asumieron con urgencia la gestión de la crisis con el propósito de salvar vidas.
Hoy, con las tasas de incidencia de la Covid-19 bajo control, la prioridad es evitar una pandemia de hambre, pobreza o desempleo que lastre el futuro de las nuevas generaciones y eche por tierra los avances alcanzados durante los últimos años en la Costa. Resulta fundamental poner en marcha una hoja de ruta que guie la recuperación de la economía y siga teniendo como eje central el cuidado de la vida.
Retroceder no es una opción, ni los objetivos pueden quedar en entredicho. Las agendas de los mandatarios locales deben ajustarse a los actuales desafíos para crear empleo a través de un renovado impulso a proyectos de infraestructura, sin dejar de lado la transformación digital, las iniciativas de Economía Naranja y el apoyo a las mipymes.
La reactivación de la economía nacional también contempla grandes proyectos de energía renovable o transición energética – crecimiento limpio y sostenible - con epicentro en la Región Caribe, como el desarrollo eólico en La Guajira, la APP para la navegabilidad del río Magdalena y la megaobra del Canal del Dique. Además, de la recuperación integral de la Ciénaga de Mallorquín en Barranquilla.
Otros programas claves son los del sector agro y los de reactivación económica, desarrollo productivo y ambiental en las zonas PDET en los Montes de María, Sierra Nevada – Perijá y Sur de Córdoba.
Como bien indicó recientemente la premio Nobel de Paz, Malala Yousafzai, la pandemia 'es un obstáculo, pero no puede ser una excusa' para que el Ejecutivo colombiano y los gobernantes del Caribe se comprometan a dar cumplimiento a las metas trazadas en materia de reducción de la pobreza y las desigualdades, mientras garantizan, bajo los desafíos de la ‘nueva realidad’, mejor salud y trabajo de calidad.
Recuperar la economía, revertir las brechas que profundizó la pandemia en la educación de los grupos vulnerables, en el empleo femenino y en el de los jóvenes, así como mantener la agenda sostenible y fortalecer la seguridad en los territorios, donde sus habitantes vuelven estar amenazados por el resurgimiento de factores de violencia, son otros de los muchos retos que requieren enormes dosis de voluntad política para no desandar las rutas recorridas.
Es un tiempo retador en el que deben prevalecer las lecciones de resiliencia que aseguren oportunidades de desarrollo socioeconómico, paz y reconciliación en medio de las adversidades.