Estamos viviendo tiempos de angustia, no sólo en Colombia sino a nivel internacional. Por ejemplo, en el 2019 y el 2020, en los Estados Unidos se vivieron momentos de mucha tensión social. La crisis no estaba basada en problemas financieros, pues el país había logrado recientemente sus mejores indicadores económicos en cuarenta años. En una sociedad polarizada, las pasiones se revolvieron y la violencia se tomó las calles. Miles de familias quedaron divididas por defender radicalmente diferentes ideologías y muchos amigos se tornaron contra los otros. Se dice que se van a necesitar varios años para reparar los daños emocionales ocasionados por un conflicto político que desintegró miles de hogares y amistades. Parece que es una época en la que lograr consensos es un sueño difuso. En la Gran Bretaña, la idea del Brexit, causó una gran división en la sociedad. Así mismo se han vivido graves conflictos en Europa, el Medio Oriente, África, Asia y en América Latina.
Este es un momento en el que se necesita reflexionar y buscar un nivel más elevado de conciencia colectiva. Pensar en cuál es nuestro propósito de vida, y definir la ilusión o la visión para nuestro país. Necesitamos subir bien alto y empezar a identificar lo que podemos llamar el sueño colombiano, imaginarnos cómo podemos coexistir próspera y armoniosamente con nuestros compatriotas. Tenemos un país extremadamente rico en recursos naturales, con una posición geográfica privilegiada, poblado por ciudadanos que valoran la educación, la espiritualidad, el amor y el deseo de servir.
Colombia es un país caracterizado por la pasión y la capacidad de entrega. La mejor palabra que pudiera definirnos es la palabra corazón. Son más las razones que nos unen que las que nos dividen. Lo que necesitamos es un esquema mental diferente que invite a la unidad y al triunfo colectivo. Si nos ponemos a pensar en el país que soñamos nos podremos poner más fácilmente de acuerdo.
De todos modos, va a ser importante mantener un nivel de cordura y respeto que permita un espacio para el diálogo nacional. Ya no estamos en los siglos pasados, cuando era aparentemente normal condenar a unas personas por pensar o ser diferentes. El siglo XXI está llamado a ser un siglo dominado por la flexibilidad, la tolerancia y la creatividad. La invitación es a comenzar a compartir nuestras ideas para construir conjuntamente la visión de la Colombia del futuro. Suena simple, pero esta puede ser una estrategia poderosa.
La nueva realidad post-pandemia trae la posibilidad de una mayor competitividad a nivel global. Hay mucho por conquistar internacionalmente aprovechando los talentos y las fortalezas que tenemos. Allí nos deberemos enfocar. Se requiere un nuevo pacto, una nueva alianza inspirada en la visión de todo lo que podemos lograr si nos juntamos. Definir nuestros sueños, clarificar la visión, utilizar nuestras cualidades y esforzarnos mancomunadamente. Esa agenda nos va a dar mejores resultados que estar atacando o destruyendo algo o alguien que nos disgusta. La actitud positiva nos ayudará a dar lo mejor de nosotros. Las conductas fratricidas y autodestructivas solo nos llevarán a la depresión, al sufrimiento y al fracaso.
De ninguna manera se trata de defender el status quo. Hay mucha desigualdad, injusticia, y pobreza qué debe ser solucionada. Hay razones para estar disgustados y frustrados. Pero nunca habrá razones para la violencia de ningún tipo. La rabia, el irrespeto y el odio son ejemplos de energía negativa que conducen al caos y la desesperación. Por el contrario, si juntamos la visión colectiva con la armonía, la tolerancia, la disciplina y el trabajo conjunto vamos a llegar más lejos y tener una mejor calidad de vida.
Además, tenemos otro gran desafío que requiere de nuestro esfuerzo conjunto. El COVID 19 es una tragedia que sigue causando dolor y desesperación en el mundo. Va a ser más fácil controlar la pandemia si estamos unidos, en vez de guerrear contra nosotros mismos.
La historia de la humanidad muestra que la definición y la búsqueda de los sueños comunes fue la estrategia que ayudó a los grandes países a lograr lo que hoy tienen. Es hora de encontrar la fórmula para unirnos. Construir una Colombia reconocida por el talento, el bienestar y el avance social. Y, lo podremos hacer al buen estilo colombiano, es decir, de la mano de Dios, con mucho amor y mucha pasión.